PREPUBLICACIÓN DEL LIBRO 'EL SUCESOR'
Así intentaron bloquear la elección del Papa Benedicto en el Cónclave de 2005
Tal como revela el papa Francisco en el libro 'El sucesor', el 19 de abril de 2005, los votos que recibió el entonces cardenal Bergoglio hacían posible empantanar la elección
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- Editorial Planeta Testimonio
- Fecha de lanzamiento 3 de abril de 2024
Tal como revela el Papa Francisco en el libro 'El sucesor', el 19 de abril de 2005, los votos que recibió el entonces cardenal Bergoglio hacían posible empantanar la elección
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Sabía que la publicación de El sucesor era un ajuste de cuentas con Gänswein, el secretario personal de Ratzinger. Es que lo sabía. Pues aquí está:
El Papa acusa a Gänswein de mentir en su libro y asegura que lo vivió como «una falta de nobleza y de humanidad»
Por Redaccioninfovaticana | 03 abril, 2024
PAPA FRANCISCO /
VOZ DEL PAPA
El Papa Francisco saca los tanques contra el ex secretario personal de Benedicto XVI en el libro-entrevista ‘El Sucesor’.
Hoy, 3 de abril, sale a la venta el
libro-entrevista de l corresponsal de ABC y colaborador de La Sexta en Roma Javier Martínez Brocal (próximo al Opus Dei). Aunque es habitual escuchar al Papa Francisco criticar «los chismes», el Papa ha vuelto a recurrir a ellos para atacar a monseñor Gänswein.
Varios medios, entre ellos Vatican News, han publicado nuevos extractos de ese libro en donde Francisco asegura que Benedicto XVI le defendió siempre. Francisco explica en el libro que
su predecesor nunca se opuso a ninguna de sus decisiones: «Él nunca me quitó el apoyo. Quizá hubo alguna cosa que hice con la que él no estaba de acuerdo, pero nunca lo dijo».
En cuanto a la continuidad entre los pontificados, Francisco dijo: «Lo que veo en los últimos papas… es que el que siguió siempre marcó continuidad, continuidad y diferencia», porque «dentro de la continuidad, cada uno aportó su carisma personal… siempre hay continuidad, no ruptura».
La polémica con sus declaraciones sobre las uniones gayses
Francisco también relató un caso concreto en el que fue defendido por Benedicto XVI. «Tuve una entrevista muy bella con él cuando unos cardenales fueron a verle extrañados por mis palabras sobre el matrimonio, y él fue clarísimo con ellos. Un día se presentaron en su casa para hacerme prácticamente un proceso y
me acusaron ante él de que yo promovía el matrimonio gays. Benedicto no se agitó, porque sabía perfectamente lo que yo pienso. Los escuchó a todos, uno a uno. Los calmó y les explicó todo. Fue una vez que mencioné que, como el matrimonio es un sacramento, no puede administrarse a parejas gayses, pero que, de alguna manera,
había que dar alguna garantía o una protección civil a la situación de estas parejas. Dije que en Francia existe la fórmula de las “uniones civiles”, que, a primera vista, puede ser una buena opción, pues no se limita al matrimonio. Por ejemplo —pensaba—, se pueden acoger a ella tres ancianas jubiladas que pueden compartir servicios de salud, herencia, vivienda, etcétera. Quisiera decir que me parecía una fórmula interesante.
Algunos fueron a decirle a Benedicto que yo estaba diciendo herejías. Él los escuchó y, con mucha altura, los ayudo a distinguir las cosas… Les dijo: “Esto no es una herejía”. ¡Cómo me defendió!… Él siempre me defendió».
Rajada del Papa al libro de Gänswein
Era un secreto a voces que
el libro de Gänswein ‘Nada más que la verdad’ molestó y mucho al Papa Francisco. Fue el detonante para que Francisco le buscara salida al arzobispo alemán de Roma para finalmente mandarlo de vuelta a su país natal sin encargo alguno.
El Papa afirma en el libro que «Me afecta con una gran pena: que el día del sepelio
se publique un libro que pone de vuelta y media, contando cosas que no son verdad, es muy triste. Por supuesto que no afecta en el sentido de que no me condiciona. Pero s
í que me dolió que se usara a Benedicto. El libro salió publicado el día del entierro, eso
lo viví como una falta de nobleza y de humanidad».
El libro no apareció en las tiendas hasta el 12 de enero, una semana después del funeral del Papa Benedicto XVI. Sin embargo, partes del contenido llegaron a los medios antes del funeral y informaron al respecto. En el libro,
Gänswein también describe algunas tensiones entre el Papa antiguo y el actual.
En otra parte de “El Sucesor”, Francisco informó que ya había habido tensiones entre él y Gänswein en 2020 por otro libro. En ese momento, debido al papel de Gänswein en la
publicación del libro del cardenal Robert Sarah, que consideraba una interferencia en su pontificado, se sintió obligado a pedirle a Gänswein una renuncia voluntaria a su cargo de Prefecto de la Casa Pontificia. A partir de entonces, Gänswein sólo trabajó como secretario personal del Papa dimitido.
Sobre el cónclave de 2005:
Pero quizá lo más llamativo es que Francisco hace público su relato del cónclave de 2005. Y, con independencia de que incumpla unas normas de secreto que, por ser el Papa, no le obligan, las revelaciones chocan no solo con lo que ya se sabe, sino también con declaraciones hechas previamente por él.
Francisco dice haber sido «utilizado» por los cardenales que, tras la muerte de Juan Pablo II, quisieron bloquear la elección del favorito Ratzinger y haber favorecido a este último dando un paso atrás después de haber recibido 40 votos. A partir del detallado informe del cónclave de hace 19 años publicado en Limes por el corresponsal vaticano Lucio Brunelli
al que hace referencia La Nuova Bussola Quotidiana, sabemos que el entonces cardenal argentino no obtuvo esos 40 votos hasta la tercera ronda de votaciones. El Papa le dijo a Martínez-Brocal que «si hubieran seguido votando por mí, [Ratzinger] no habría podido alcanzar los dos tercios necesarios para ser elegido Papa». En ese momento, según su versión, el argentino le habría dicho al cardenal Darío Castrillón Hoyos: «No bromees con mi candidatura, porque ahora digo que no acepto, ¿eh? Déjame aquí.’ Y allí fue elegido Benedicto XVI». Por tanto, según el Pontífice actual, su paso atrás habría sido decisivo para romper el impasse y conducir a la elección de Ratzinger.
Pero en la cuarta votación, siguiendo a Brunelli, los votos a Bergoglio no se anularon, como habría hecho suponer una retirada «anunciada» del candidato, pero hubo una caída a 26 preferencias, y las restantes fueron al favorito alemán, que así se convierte en Papa.
Que la de Bergoglio era una candidatura real ya en 2005 y que su derrota no fue el efecto de una retirada voluntaria parece demostrarlo el amargo comentario del cardenal belga, su partidario, Godfried Danneels, al periódico flamenco De Morgen, a quien dijo que el cónclave había «demostrado que aún no era el momento de un Papa latinoamericano». Por no hablar de que el cardenal Castrillón Hoyos era uno de los miembros más conservadores de todo el colegio y luego fue el hombre de Benedicto en el diálogo con la Fraternidad San Pío
Otra inexactitud es la relativa a los «dos tercios de los votos necesarios para ser elegido» que el alemán no habría alcanzado si Bergoglio no se hubiera retirado. En realidad, la constitución apostólica Universi Dominici Gregis en vigor desde 1996 había retirado el quórum de la mayoría de dos tercios (luego restablecido por Benedicto en 2007). El Papa tiene 87 años y han pasado casi veinte desde aquel cónclave, por lo que su memoria puede haberle jugado una mala pasada.
También ha despotricado del cardenal Sarah, diciendo que probablemente fue un error nombrarle prefecto para la liturgia. No deja títere con cabeza. Crítico que se pone delante, crítico al que defenestra.
Entre la versión de Gänswein y la de Francisco, me quedo con la del alemán de lejos. Hay un indicio muy claro de que esa relación de armonía que intenta vender Francisco con su predecesor es más fachada que otra cosa: no ha dado ni un solo paso para beatificar a Ratzinger. Ni lo ha dado, ni lo dará. Cada elogio que recibe el alemán lo asume como un desafío o un insulto. Por comparar, Benedicto inició el proceso de beatificación de Juan Pablo II apenas un mes después de su fallecimiento.
De lo que no me queda duda es de quién era la persona más cercana al Papa emérito y más afecto sentía por él. Y no, no era Francisco.
Había olvidado lo del rayo sobre la cúpula del Vaticano. Hay cosas que vistas en perspectiva empiezan a tener todo el sentido.