Kaprak63
Madmaxista
- Desde
- 15 May 2007
- Mensajes
- 7.954
- Reputación
- 14.797
España es un país extraordinariamente peculiar, al menos desde el punto de vista de la economía del ciudadano. Cualquier ciudadano europeo que leyese los últimos informes que salen en la prensa española de cómo funcionamos en nuestros gastos, se quedaría literalmente estupefacto. Un ejemplo: no creo que exista en toda Europa un país cuyos ciudadanos paguen los vehículos en una media de 7 años.
Aquí se ha vivido del crédito, de la información privilegiada, del compadreo, del amiguismo, del politiqueo, y de las influencias. Nada más que el crédito se ha cortado, el país ha empezado a hacer aguas. Lo sorprendente es la velocidad con la que se está escorando el buque, dadas las dimensiones de este.
Es el país de la especulación y el pelotazo. La producción y la productividad se la dejamos a los sesudos alemanes, a los pragmáticos ingleses, a los creativos italianos y a los cartesianos franceses.
Nuestra banca y nuestra clase empresarial ha apostado en pleno por un modelo económico propio de un país de servicios con ciertas reminiscencias caciquiles. Sólo hay que leer la demora en los pagos que tienen las empresas con sus proveedores. Diríase que ss poco menos que una especie de impuesto inflacionario encubierto. A esto hay que añadir que la clase política, de por sí bastante dada a la corrupción y al soborno, se ha dejado seducir por los billetes de 500 euros.
Si unimos los factores anteriores con una población que no hace un consumo responsable por su complejo de nuevo rico y la más absoluta ignorancia en cuento a la gestión de las finanzas, el resultado es un desastres monumental.
En conjunto, aquí no se salva nada. Afortunadamente hay una clase suficientemente preparada para haber podido imaginar cual puede ser el futuro próximo, pero mucho me temo que esos ya han hecho los deberes provisionándose en el ahorro y la disminución de consumo y los que no tuvieron la oportunidad, por su juventud, está preparando las maletas.
A muchos españoles, a partir de ahora, sólo le queda una perspectiva de una economía de supervivencia. Algo parecido a una situación postbélica o de postcorralito.
En una economía puramente especulativa, lo que interesa es la rapidez en los negocios y los reflejos en las decisiones. No interesa la productividad y la planificación, por eso no se mira el medio y largo plazo y por eso, precisamente, se han cuadrado las cifras macroconómicas introduciendo, de manera masiva, una enorme cantidad de pagapensiones que han trabajado, en ocasiones, en condiciones inadmisibles para un país que aspira a pertenecer a un hipotético G8.
Lo que pasa cuando se confía en exceso en la bonanza de la coyuntura, sin afianzar cimientos en el crecimiento es la fragilidad del sistema montado. Hay demasiados negocios piramidales yuxtapuestos en España, que van a saltar en una excelsa mascletá final, de aquí a unos meses después de las elecciones.
A mí no me está sorprendiendo el panorama. Hace casi un año que estoy apoltronado en un cómodo sillón degustando mis palomitas, pero sí he de reconocer que nunca hubiera imaginado la fragilidad y vulnerabilidad de este gigante que es la economía hispana. Nunca se me hubiera ocurrido que tantas empresas hubiesen entrado en default, de manera tan brusca en un periodo de tiempo tan corto.
Luego dirán que la subida del barril de petróleo, la crisis subprime y la percepción del riesgo tienen la culpa. Como si le echan la culpa a las almorranas de Zapatero, o al cha cha chá. Lo que se me antoja ridículamente terrible es que muchos ignorantes financieros, o sea la gran mayoría de los españoles, se creerá la primera baladronada que le suelten sus afines políticos.
No puedo dejar de acordarme de algunos cineastas españoles. Sin duda Berlanga es un genio, pero la realidad española supera, ampliamente, a la inventiva de sus producciones.
Un saludo.
Aquí se ha vivido del crédito, de la información privilegiada, del compadreo, del amiguismo, del politiqueo, y de las influencias. Nada más que el crédito se ha cortado, el país ha empezado a hacer aguas. Lo sorprendente es la velocidad con la que se está escorando el buque, dadas las dimensiones de este.
Es el país de la especulación y el pelotazo. La producción y la productividad se la dejamos a los sesudos alemanes, a los pragmáticos ingleses, a los creativos italianos y a los cartesianos franceses.
Nuestra banca y nuestra clase empresarial ha apostado en pleno por un modelo económico propio de un país de servicios con ciertas reminiscencias caciquiles. Sólo hay que leer la demora en los pagos que tienen las empresas con sus proveedores. Diríase que ss poco menos que una especie de impuesto inflacionario encubierto. A esto hay que añadir que la clase política, de por sí bastante dada a la corrupción y al soborno, se ha dejado seducir por los billetes de 500 euros.
Si unimos los factores anteriores con una población que no hace un consumo responsable por su complejo de nuevo rico y la más absoluta ignorancia en cuento a la gestión de las finanzas, el resultado es un desastres monumental.
En conjunto, aquí no se salva nada. Afortunadamente hay una clase suficientemente preparada para haber podido imaginar cual puede ser el futuro próximo, pero mucho me temo que esos ya han hecho los deberes provisionándose en el ahorro y la disminución de consumo y los que no tuvieron la oportunidad, por su juventud, está preparando las maletas.
A muchos españoles, a partir de ahora, sólo le queda una perspectiva de una economía de supervivencia. Algo parecido a una situación postbélica o de postcorralito.
En una economía puramente especulativa, lo que interesa es la rapidez en los negocios y los reflejos en las decisiones. No interesa la productividad y la planificación, por eso no se mira el medio y largo plazo y por eso, precisamente, se han cuadrado las cifras macroconómicas introduciendo, de manera masiva, una enorme cantidad de pagapensiones que han trabajado, en ocasiones, en condiciones inadmisibles para un país que aspira a pertenecer a un hipotético G8.
Lo que pasa cuando se confía en exceso en la bonanza de la coyuntura, sin afianzar cimientos en el crecimiento es la fragilidad del sistema montado. Hay demasiados negocios piramidales yuxtapuestos en España, que van a saltar en una excelsa mascletá final, de aquí a unos meses después de las elecciones.
A mí no me está sorprendiendo el panorama. Hace casi un año que estoy apoltronado en un cómodo sillón degustando mis palomitas, pero sí he de reconocer que nunca hubiera imaginado la fragilidad y vulnerabilidad de este gigante que es la economía hispana. Nunca se me hubiera ocurrido que tantas empresas hubiesen entrado en default, de manera tan brusca en un periodo de tiempo tan corto.
Luego dirán que la subida del barril de petróleo, la crisis subprime y la percepción del riesgo tienen la culpa. Como si le echan la culpa a las almorranas de Zapatero, o al cha cha chá. Lo que se me antoja ridículamente terrible es que muchos ignorantes financieros, o sea la gran mayoría de los españoles, se creerá la primera baladronada que le suelten sus afines políticos.
No puedo dejar de acordarme de algunos cineastas españoles. Sin duda Berlanga es un genio, pero la realidad española supera, ampliamente, a la inventiva de sus producciones.
Un saludo.