Con el ladrillo al cuello

MonteKarmelo

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José García Abad publica este comentario:

Hay coincidencia en que el mercado inmobiliario ha tocado el techo. La discrepancia reside ahora en si la construcción de viviendas se irá reduciendo paulatinamente o si se producirá el derrumbamiento. Es la eterna discusión entre los optimistas y los pesimistas; unos y otros coinciden en que la tendencia ha cambiado y en que nunca más se volverá a la situación de 2006 cuando en España se edificaron más viviendas que las construidas en Francia y Alemania juntas. Pero ahí se acaba el consenso. De que se confirme una u otra teoría depende el ritmo del crecimiento de la economía española y del nivel de empleo. No hay que olvidar que la construcción representa el 18 por ciento del Producto Interior Bruto y que a esta actividad se dedican casi medio millón de industrias, más del 14 por ciento del censo empresarial español.
El Gobierno sostiene como es natural, y en cierta manera su obligación, la hipótesis más optimista. El sector, como es previsible mantiene la tesis del estacazo aunque no de la catástrofe. Los terceros en discordia, los analistas financieros, se dividen entre los pronosticadores de un aterrizaje con turbulencias y los que sostienen la inevitable caída en picado. Ellos no miran la cuestión desde la perspectiva del comprador de la vivienda ni de la del constructor sino del inversor inmobiliario en un mercado que se mueve segundo a segundo a velocidad de la luz. La Bolsa que es donde con más rapidez y contundencia se observan los cambios de tendencia responde a decisiones no siempre racionales de exhuberancia o pánico; siempre están entre la euforia y la histeria.
John Austers, un analista prestigioso se preguntaba ayer en el no menos prestigioso diario británico Financial Times si los españoles estamos locos. La respuesta no era definitiva: “Puede que no” concluía compasivo aunque nos ponía una mala nota en la toma de decisiones ante la “burbuja inmobiliaria”, una expresión que ya en si indica una toma de partido. Los optimistas consideran que es una palabra que debiera estar prohibida como la negación del holocausto mientras los pesimistas vienen anunciándola desde hace diez años, un periodo demasiado largo para la vida de una frágil burbuja.

El Ministerio de Fomento estima que durante 2007 se demandarán alrededor de 100.000 viviendas menos de las que serán construidas este año. Por su parte, SEOPAN, patronal de las empresas constructoras de ámbito nacional, estima un recorte de 200.000 unidades respecto a las 864.000 viviendas visadas el año 2006 que fue un record histórico con un crecimiento del 18 por ciento respecto al año anterior. Los promotores estiman que la cifra de visados para 2007 se moverá en los niveles de 2003 y 2004, alrededor de los 700.000 o menos. Según los constructores, pese a la diferencia entre las estimaciones de viviendas demandadas y ofertadas se dará un ajuste de ambas cifras; la explicación es que no todas las visadas acaban construyéndose en el año por lo que la oferta real se situaría en torno al medio millón, solo 100.000 más que las demandadas. Los constructores opinan que el ritmo de edificación de viviendas se irá reduciendo hasta alcanzar las 400.000 en 2012, la mitad de las que se levantaron el pasado año.

Las grandes empresas son sensibles a la tendencia pero no se detecta sensación de catástrofe. El presidente de una de ellas me comentaba: “Yo soy optimista pues a partir de ahora va a contar más la buena obra, la gestión sensata e informada. Todo era demasiado fácil y las cuentas salían las cuentas siempre por loquinarios que fueran los proyectos así que se han metido en este oficio mucho oportunista y mucho irresponsable. Ahora quedaremos los mejores. Esa es la función depuradora de las crisis”.

Lo más probable es que los precios bajen pero no mucho ni drásticamente. Sin embargo podrían perderse 200.000 empleos directos o indirectos, según los constructores que sostienen que si la edificación baja un 6 por ciento el paro en la construcción aumentaría un 1 por ciento. En los dos primeros meses del presente año los visados de obra nueva expedidos para uso residencial no llegaron a 119.000, un 4 por ciento menos que en el mismo periodo de 2006. Pero si se tiene en cuenta solo el mes de febrero el descenso ha sido del 7 por ciento.
 

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Madmaxista
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El artículo no dice nada que no sepamos ya pero lo importante es que viene de un medio oficialista ( www.elplural.com ) que no hace falta decir de qué pie cojea. Un artículo de pocobajismo socialista.

Perlas

MonteKarmelo dijo:
Las grandes empresas son sensibles a la tendencia pero no se detecta sensación de catástrofe. El presidente de una de ellas me comentaba: “Yo soy optimista pues a partir de ahora va a contar más la buena obra, la gestión sensata e informada. Todo era demasiado fácil y las cuentas salían las cuentas siempre por loquinarios que fueran los proyectos así que se han metido en este oficio mucho oportunista y mucho irresponsable. Ahora quedaremos los mejores. Esa es la función depuradora de las crisis”.
MonteKarmelo dijo:
Lo más probable es que los precios bajen pero no mucho ni drásticamente. Sin embargo podrían perderse 200.000 empleos directos o indirectos, según los constructores que sostienen que si la edificación baja un 6 por ciento el paro en la construcción aumentaría un 1 por ciento. En los dos primeros meses del presente año los visados de obra nueva expedidos para uso residencial no llegaron a 119.000, un 4 por ciento menos que en el mismo periodo de 2006. Pero si se tiene en cuenta solo el mes de febrero el descenso ha sido del 7 por ciento.


Un saludo.