Generación esquilmada.
Pertenezco a una generación, los nacidos en los setenta, que ha sido esquilmada por los grandes capitales del ladrillo. Somos esa generación a la que, estúpidamente, llamaron x. Esa equis incógnita cuya ecuación ya ha sido resuelta. Somos los que tienen que pagar el irraciocinio de la codicia más exaltada e imprudente de nuestros predecesores. Tenemos que plegarnos a los dictados del cemento y sus acólitos. Pasar por el aro de ladrillos y, encima, ser felices a la fuerza porque las cosas son así y es lo que hay. Porque lo tenemos más fácil que nuestro padres. Porque no hemos pasado sus penurias.
Íbamos a ser la generación más preparada de la historia de España, la que nos iba a sacar de pobres. Estudia, estudia, nos decían, y tendrás un buen trabajo. No como yo, que no pude estudiar. Lo teníamos todo y ahora tenemos ladrillos, hipotecas a una vida , refinanciación, estupidez y riqueza ilusoria.
La generación de la ilusión que ha sido atracada por la del “esto es bueno para vosotros, chavales”, la del “el ladrillo es el progreso” la del “compra ahora porque si no luego no vas a poder”. Por lo visto, los que vengan detrás de nosotros no podrán tener una casa por no haberse metido antes.
Cuando esto caiga ¿Qué quedará?
¿Y a nuestros hijos que? ¿Les haremos lo mismo?
Nuestros hijos no heredarán la tierra, heredarán nuestras deudas.
Felicitamos a nuestros grandes “padres”. A nuestros bancos y constructoras, a nuestros dueños. Somos los hijos bastardos de nuestro dinero traído del futuro
A todos ellos, gracias.