Saint Germain
Madmaxista
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Don´t worry. No pasa nada. Que la vivienda siga subiendo. Seguiremos urbanizando hasta el último centímetro cuadrado del solar hispánico. Seguiremos regalando el paisaje de nuestras ciudades a concejales analfabetos y promotores clientes. El aprovechamiento vertical del suelo mediante torres de límite infinito reproducirá, a escala inmobiliaria, el efecto multiplicador keynesiano de la inversión pública.
En otros sitios hacen guerras, como en Estados Unidos, o montan universidades, como en Noruega. Aquí hacemos ladrillos, los ensamblamos, y luego multiplicamos su valor por la constante que sea, da lo mismo... todo retorna en forma de beneficios, el dinero prestado regresa al circuito por la vía del consumo, y regresa de nuevo al ladrillo tan pronto como ha llegado. Nosotros lo guisamos, nosotros lo comemos. Y todos nos miraremos, complacidos de que todo vaya, al menos aparentemente, de maravilla. Juntaremos nuetras manos y rezaremos: daremos gracias al creador por no haber nacido en un país subdesarrollado como Suecia, o Alemania, donde los muy bobos ni siquiera han considerado la posibilidad de comprar vivienda en masa. Corramos, corramos hacia la luz, allí, al final, tu pisito te está esperando.
Y usted, no sea simple: compre, compre, compre, ¿no ve que es lo que hace todo el mundo? No tiene usted fibra moral, es usted un inmaduro, incapaz de aceptar sus responsabilidades, un infantil que no quiere crecer, y la vejez le pillará en la calle, cuando el metro cuadrado valga 120 millones de euros en las afueras de Carratraca del Pilón, provincia de Alcantarilla la Nueva, y claro, usted, Peter Pan que no quiere ser como todo el mundo, acabe en cualquier HPPSBI ("hospicio para personas sin bienes inmuebles").
En otros sitios hacen guerras, como en Estados Unidos, o montan universidades, como en Noruega. Aquí hacemos ladrillos, los ensamblamos, y luego multiplicamos su valor por la constante que sea, da lo mismo... todo retorna en forma de beneficios, el dinero prestado regresa al circuito por la vía del consumo, y regresa de nuevo al ladrillo tan pronto como ha llegado. Nosotros lo guisamos, nosotros lo comemos. Y todos nos miraremos, complacidos de que todo vaya, al menos aparentemente, de maravilla. Juntaremos nuetras manos y rezaremos: daremos gracias al creador por no haber nacido en un país subdesarrollado como Suecia, o Alemania, donde los muy bobos ni siquiera han considerado la posibilidad de comprar vivienda en masa. Corramos, corramos hacia la luz, allí, al final, tu pisito te está esperando.
Y usted, no sea simple: compre, compre, compre, ¿no ve que es lo que hace todo el mundo? No tiene usted fibra moral, es usted un inmaduro, incapaz de aceptar sus responsabilidades, un infantil que no quiere crecer, y la vejez le pillará en la calle, cuando el metro cuadrado valga 120 millones de euros en las afueras de Carratraca del Pilón, provincia de Alcantarilla la Nueva, y claro, usted, Peter Pan que no quiere ser como todo el mundo, acabe en cualquier HPPSBI ("hospicio para personas sin bienes inmuebles").