BoinaDeEmidioTucci
Madmaxista
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http://www.diariosigloxxi.com/noticia.php?ts=20061021171921
Corrupción, burbuja y crecimiento económico
Carlos Carnicero
Hay dinámicas socioeconómicas que tienen efectos secundarios prácticamente inevitables: si nuestro crecimiento se ha basado fundamentalmente en la construcción y ha promovido movimientos especulativos, la corrupción era una consecuencia prácticamente inexcusable.
La Economía española ha cabalgado durante estos años sobre dos motores que no dependían de nuestro esfuerzo. La explosión de la economía española no nos ha hecho sudar lo suficiente para que nuestro cambio fuera sano y saludable. Como no hemos sudado la riqueza, no la valoramos lo suficiente como para exigir un reparto. Nos estamos comportando como unos ludópatas de casino. Todo el mundo cree que es un poco rico porque le dicen que su casa valdrá más. Los que las construyen y las venden se han quedado con la parte del león mientras los salarios no se homologan con Europa y la justicias redistributiva solo pide reducción de impuestos.
De una parte la situación de perceptores netos de la Unión Europea nos ha permitido un salto adelante en infraestructuras y otros elementos esenciales de la cimentación económica. Eso nos evitaba la consciencia de que una aportación extraordinaria de solidaridad para integrarnos en Europa era un factor vicario ajeno a nuestros propios méritos, que inyectaba en la economía española unos recursos que nos eran ajenos. El ladrillo y la fuerza de trabajo de contingentes inmensos de pagapensiones han hecho el resto. Ahí se ha generado una riqueza que no ha sido tan colectiva en su reparto. La afloración de inmensas fortunas de los nuevos millonarios del cemento ataca a las empresas energéticas y toman posiciones en la Economía española sin un control social de unos beneficios inducidos por todos.
La burbuja inmobiliaria es una pirámide que puede explotar cuando los grandes beneficiarios ya han vendido sus promociones convenciendo a los españoles -los más endeudados de Europa- de que una casa muy cara merecía una gran hipoteca enorme porque luego valdría más. Las empresas constructoras y los bancos se reparten el pastel y no encuentran límite en su crecimiento bursátil. ¿Alguien pensaba que un escenario así se podría levantar sin la ayuda inestimable de los grandes núcleos de corrupción urbanística e inmobiliaria?
Corrupción, burbuja y crecimiento económico
Carlos Carnicero
Hay dinámicas socioeconómicas que tienen efectos secundarios prácticamente inevitables: si nuestro crecimiento se ha basado fundamentalmente en la construcción y ha promovido movimientos especulativos, la corrupción era una consecuencia prácticamente inexcusable.
La Economía española ha cabalgado durante estos años sobre dos motores que no dependían de nuestro esfuerzo. La explosión de la economía española no nos ha hecho sudar lo suficiente para que nuestro cambio fuera sano y saludable. Como no hemos sudado la riqueza, no la valoramos lo suficiente como para exigir un reparto. Nos estamos comportando como unos ludópatas de casino. Todo el mundo cree que es un poco rico porque le dicen que su casa valdrá más. Los que las construyen y las venden se han quedado con la parte del león mientras los salarios no se homologan con Europa y la justicias redistributiva solo pide reducción de impuestos.
De una parte la situación de perceptores netos de la Unión Europea nos ha permitido un salto adelante en infraestructuras y otros elementos esenciales de la cimentación económica. Eso nos evitaba la consciencia de que una aportación extraordinaria de solidaridad para integrarnos en Europa era un factor vicario ajeno a nuestros propios méritos, que inyectaba en la economía española unos recursos que nos eran ajenos. El ladrillo y la fuerza de trabajo de contingentes inmensos de pagapensiones han hecho el resto. Ahí se ha generado una riqueza que no ha sido tan colectiva en su reparto. La afloración de inmensas fortunas de los nuevos millonarios del cemento ataca a las empresas energéticas y toman posiciones en la Economía española sin un control social de unos beneficios inducidos por todos.
La burbuja inmobiliaria es una pirámide que puede explotar cuando los grandes beneficiarios ya han vendido sus promociones convenciendo a los españoles -los más endeudados de Europa- de que una casa muy cara merecía una gran hipoteca enorme porque luego valdría más. Las empresas constructoras y los bancos se reparten el pastel y no encuentran límite en su crecimiento bursátil. ¿Alguien pensaba que un escenario así se podría levantar sin la ayuda inestimable de los grandes núcleos de corrupción urbanística e inmobiliaria?