Religión: Notarios Sin Fronteras y la mamá de Norman

Eric Finch

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Notarios Sin Fronteras y la mamá de Norman | El blog de Santiago González

Notarios Sin Fronteras y la mamá de Norman

Publicado en Sábado, 22 febrero 2014


La industria de la mediación tiene una larga tradición en Euskadi. Uno de sus más virtuosos profesionales fue Arriaga, también llamado ‘Kurutzeberri’, el legendario casamentero de Markina. Él mediaba para salvar la ancestral barrera de los sexos entre los vascos: Se dirigía a un mutilzarra (chico viejo, solterón) y le planteaba que ya vas teniendo una edad para casar, a ver si sientas cabeza, en fin, todo no va a ser jugar al frontón y al mus. Luego, si se le daba a razones, buscaba una neskazarra para ir calentándole la oreja con las cualidades del pretendiente. Kurutzeberri calculaba el patrimonio de los contrayentes: fincas, rebaños, etc. para que la cosa fuera armónica. Era heredero de una industria que ha dado a la literatura personajes como la Celestina o la Trotaconventos, pero en euskaldun y más cerca del negocio que de las pasiones. Arriaga hacía de ‘go between’ entre uno y otra y cuando conseguía concertar el himeneo, él, que era ebanista, les hacía los muebles para la casa.

Aplicando la misma técnica, adquirió justa fama en los años 80 Juan Félix Eriz, un tipo de Elorrio que mediaba entre la banda terrorista y los extorsionados. También era verificador: requería las cuentas bancarias de la víctima y decía a ETA que eso no le podéis pedir; no tiene tanto dinero. Él, también aficionado a las ruedas de prensa, planteaba lo suyo como una actividad humanitaria. Le movía el afán de salvar vidas. En realidad, el resultado práctico de su oficio era maximizar la extorsión, al proporcionar a ETA datos fidedignos de lo que podían sacar a cada víctima.

Ahora, las cosas se han sofisticado mucho: los nacionalistas, los cruentos y los que no son, siempre han soñado con cascos azules, organismos internacionales mediando en el conflicto vasco. Y este puñado de gentes procedentes de lugares dispersos es lo que más se les parece a una Comisión de las Naciones Unidas para el Desarme.

Había una íntima coherencia en el acto convocado ayer por los verificadores internacionales: Era una rueda de prensa sin preguntas, un imposible lógico, un oxímoron, que han aprendido, como cualquier partido político español, de la izquierda abertzale; fue Herri Batasuna quien inventó el lance hace ya más de treinta años. Un punto ridícula la disculpa del portavoz Manikkalingam, de no admitir preguntas por falta de tiempo, cuando estaba decidido ya la víspera. Era una profecía autocumplida: llegaron al hotel Carlton con un cuarto de hora de retraso. Tal vez no se les ocurrió pensar que si hubieran madrugado un poco más y acomodado su agenda, podrían haber hecho una rueda de prensa que mereciera ese nombre. A una rueda de prensa así le correspondía el anuncio de un desarme sin desarmarse.

Manikkalingam & Co. no son verificadores, son notarios. Ni unos ni otros dan fe de los hechos, sino de lo que les cuentan sobre ellos los comparecientes. ¿Cómo puede llamarse ‘verificador’ a alguien que no actúa para la parte que necesita ser convencida, el Gobierno de la Nación? La imagen del portavoz campanudo, blandiendo una hoja de papel con el sello de ETA como si fueran las tablas de la Ley y ‘verificara’ que no se han producido asesinatos, atentados, amenazas, ni extorsiones, era algo patética. Eso lo puede verificar cualquier conserje del Ministerio del Interior que lea el periódico. O cualquier guardia civil, aunque sólo lea el Marca.

Ayer, estos amables cantamañanas ejercieron como portavoces de la banda terrorista: contaron lo que ETA les ha dicho y añadieron que ellos les creen. ¿Y quién les cree a ellos? No han dicho una palabra sobre quien paga sus esfuerzos, detalle importante, sabido que quien paga al gaitero pide la tonada. Uno echa de menos los verificadores de Rubalcaba en los paripés de 2006. Desde el momento en que ETA hizo su anuncio de tregua ‘permanente’ para negociar con el Gobierno Zapatero, los servicios de información de Interior realizaron uno, dos, tres informes de verificación. Mientras, los empresarios navarros denunciaban extorsiones, a un concejal de UPN le incendiaron la ferretería (y de paso el edificio hasta la planta séptima), convocaron a los fieles en el monte Aritxulegi para hacer una exhibición de tiro con armas de guerra, robaron en Vauvert 400 pistolas y revólveres, después de secuestrar a los dueños de al armería, etc. Y los verificadores verificaban. Había una diferencia y era que los verificadores los ponía el Gobierno, que era la parte que –teóricamente- necesitaba ser convencida.

¿Y cuál es el interés de los partidos? El de la Izquierda Abertzale, blanquear a ETA. Al PSE le mueve el afán de reivindicar el fin de la violencia como fruto de su política, cuando aún gobernaban Zapatero en Madrid y López en Ajuria Enea; Urkullu es un androide que no sueña con ovejas eléctricas, sino con el Vercingetorix de ETA entregando sus armas como ofrenda al Gobierno que él preside.

El asunto es que todo este paripé no facilita la disolución; más bien la retrasa. Si la democracia se conforma con menos, ETA no entregará lo más, que es su propio ser. Si se acepta como buena esta muestra gratis de desarme, ETA tratará de establecer una negociación para una entrega de las armas permanente, antesala de otra indefinida, antes de otra definitiva, proceso durante el que tratará de negociarse la expulsión de los Cuerpos de Seguridad del Estado, que es la contrapartida exigida por los terroristas para su desarme. El Gobierno vasco lo llamará ‘adecuación’ y se mostrará favorable para poder abordar la disolución definitiva, esta vez sí que sí por la gloria de mi madre.

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Es la disolución, no los pasos. Bueno, sí, dicen las almas cándidas, pero lo más importante es que no maten, sin reparar, quizá, en que el problema de ETA es su mera existencia. ETA es la madre de Norman Bates en ‘Psicosis’: una momia, piel y huesos, en una mecedora. Y también una luz que recuerda su existencia en una ventana del tercer piso. Norman Sortu, (o Bildu, según los ambientes) que atiende la recepción, se muestra favorable a que los verificadores recojan poco a poco los cuchillos de cocina de la habitación de la vieja, pero la luz en la ventana, para aviso de transeúntes.

La cuestión es que Norman, como hijo piadoso, dé tierra de una vez a la mojama de la difunta. Que le haga un entierro con honores y que asista el lehendakari para no quedarse fuera de esa foto. Pero que la entierren públicamente y que apaguen la luz de su ventana para que no siga ejerciendo caución con su mera existencia y con sus 858 asesinados. Es la desaparición del criminal lo que devolverá la libertad a Euskadi, no la entrega poco a poco de las armas. La presencia de la mamá de Norman en la luz de la ventana es invocada por los partidos nacionalistas cada vez que acusan al Gobierno de inmovilismo y de poner en riesgo el proceso de paz. Pero si está muerta, según dicen ellos mismos. No es verdad, está en su mecedora, en la habitación del tercer piso.

Hoy, todos los periódicos abrirán con esta inanidad, (Véase ‘Deia’) que reportará a los chicos de la banda un subidón y reforzará en ellos la idea de que no han perdido: En el video, unos encapuchados enseñaban a Mannikkalingam y otro una mesa de rastrillo con armas de saldo y poster del Guernica de Picasso: Cuatro armas de fuego, dos granadas de carga hueca, 300 balas, algo más de 16 kilos de material para fabricar explosivos, además de cordón detonante y nueve temporizadores de distinto tipo. Sólo faltaba el bicarbonato para cortar el explosivo y la balanza de precisión que suelen emplear los narcos.

Y menos mal que eligieron las capuchas negras, en lugar de las blancas de leer comunicados. Un oscuro junto a dos tipos con capuchas blancas iba a confundir mucho en las portadas de la prensa de Alabama.

El efecto más inmediato de la pamema fue desplazar hasta el fondo del informativo el homenaje a Fernando Buesa y a Enrique Casas, asesinados en días como estos. Treinta segundos en el minuto 30 del Teleberri, pero, claro, no se puede comparar el recuerdo institucional a un vicelehendakari y a un senador asesinados hace 14 y 30 años, respectivamente, frente a la propaganda de sus asesinos, que anuncian la paz a plazos, un poco más de ayer, un poco menos que mañana. Este es el sentido del relato que se está construyendo. ¿Víctimas, qué víctimas?

Mutatis mutandis, que es mucho mutar, hubo a finales de los años 80 en el Gobierno vasco de coalición PNV-PSE, un consejero de Transportes, Enrique Antolín, que fue el padre del metro de Bilbao. Buen comunicador, convocaba ruedas de prensa para dar a conocer cada paso en el inicio de las obras, la contratación de Foster, de los artistas que iban a decorar el cerramiento de las obras, y así sucesivamente. Mi amigo Fernando Gómez Pujana comentaba admirado: “Este Antolín nos está inaugurando el metro centímetro a centímetro”. A todo esto, ¿qué quiere decir ‘definitiva’?

Nota explicativa.-Ayer me bullía esto a la hora de escribir el artículo para El Mundo. Por evidentes razones de espacio, la cosa debió quedarse en mucho menos, por lo que he decidido reconstruirlo tal como, más o menos, me habría gustado escribirlo.


---------- Post added 24-feb-2014 at 10:36 ----------

La misma comparanza | El blog de Santiago González

La misma comparanza

Publicado en Domingo, 23 febrero 2014




Es un placer estar de acuerdo con el ministro del Interior en sus últimas declaraciones: “Los mejores verificadores son la Guardia Civil y la Policía” http://www.heraldo.es/noticias/nacional/2014/02/21/jorge_fernandez_diaz_quot_los_mejores_verificadores_son_guardia_civil_policia_quot_272295_305.html. A las pruebas me remito: Véanse las fotos.
 

John Galt 007

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No soy racista, pero no termino de entender que hace un oscuro negociando y representando una obra teatral con la ETA.