EL CURIOSO IMPERTINENTE
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Estos cuadernos no vieron la luz hasta después de la fin de su autor. Son un documento de primer orden para conocer el día a día de los combatientes de la División Azul.
Son el diario de campaña del poeta falangista desde que la primera expedición de voluntarios de la División Azul partió de Madrid, en julio de 1941 hasta el regreso a España de Ridruejo en abril del años siguiente.
Dionisio Ridruejo, personaje influyente en la primera época del franquismo, formaba parte de los de falangistas descontentos con la orientación conservadora del régimen.
En la víspera del comienzo de la Operación Barbarroja, Ramón Serrano Suñer, Manuel jovenlandesa Figueroa y él discutieron el envío inmediato de un cuerpo de voluntarios falangistas.
En el seno del gobierno hubo contraste de pareceres entre quienes como Varela, proponían el envío de una unidad regular del Ejército y quienes preferían una fuerza expedicionaria de voluntarios falangistas. Se aceptó la segunda opción, por ser menos comprometedora para la neutralidad (o "no beligerancia activa") española.
Para Ridruejo, la División Azul había de servir como
Probablemente para él, de una manera más personal, también fuera la oportunidad de luchar por sus ideales como un soldado más, saldando su deuda jovenlandesal al haber pasado la mayor parte de la Guerra Civil en Burgos encargado de asuntos de prensa y propaganda.
También abrigaba la esperanza de que a su regreso la División Azul sería el germen de un movimiento político que efectuara los cambios políticos deseados. Contaba para ello con el General Agustín Muñoz Grandes, el cual tenía la ambición de suplantar a Franco con el apoyo alemán.
Las primeras dificultades surgieron al poco de iniciada la marcha hasta el frente ruso, tras completar su instrucción militar en Alemania. El grueso del cuerpo expedicionario español tuvo que recorrer a pie los mil quinientos kilómetros que le separaban del frente. Los hombres desfallecían de cansancio y los animales de tiro sucumbían al agotamiento físico. Empezaba a cundir la irritación hacia los aliados alemanes.
Aún mayor fue el desencanto cuando a punto de llegar a Smolensko, recibieron la orden de marchar al Norte para participar en el sitio de Leningrado.
Ridruejo y sus camaradas Agustín Aznar y Enrique Sotomayor fueron incorporados a la columna motorizada de la División, ahorrándose ese mal trago. Ventajas de ser personajes importantes en la España de Franco, supongo.
En el trayecto desde Prusia Oriental fue anotando sus observaciones acerca de los paisajes y las gentes que se iba encontrando. Su mirada está llena de fascinación por la estepa rusa y simpatía y piedad hacia el pueblo ruso, describiendo la miseria de los campesinos y la docilidad de los prisioneros.
Y así entre efusiones líricas y el infierno de la guerra Ridruejo va desgranando sus vivencias. Vivencias que le cambiaron para siempre.
Son el diario de campaña del poeta falangista desde que la primera expedición de voluntarios de la División Azul partió de Madrid, en julio de 1941 hasta el regreso a España de Ridruejo en abril del años siguiente.
Dionisio Ridruejo, personaje influyente en la primera época del franquismo, formaba parte de los de falangistas descontentos con la orientación conservadora del régimen.
En la víspera del comienzo de la Operación Barbarroja, Ramón Serrano Suñer, Manuel jovenlandesa Figueroa y él discutieron el envío inmediato de un cuerpo de voluntarios falangistas.
En el seno del gobierno hubo contraste de pareceres entre quienes como Varela, proponían el envío de una unidad regular del Ejército y quienes preferían una fuerza expedicionaria de voluntarios falangistas. Se aceptó la segunda opción, por ser menos comprometedora para la neutralidad (o "no beligerancia activa") española.
Para Ridruejo, la División Azul había de servir como
intervención mínima y posible de España en la guerra (en toda la guerra). Por solidaridad para con un esfuerzo o un dolor del mundo (de unos y de otros). Por adhesión a una esperanza de mejor orden universal. Por conveniencia de estar presentes con algún título en la hora decisiva, porque ya no hay destino particular de nación alguna que quede fuera de tal decisión.
Probablemente para él, de una manera más personal, también fuera la oportunidad de luchar por sus ideales como un soldado más, saldando su deuda jovenlandesal al haber pasado la mayor parte de la Guerra Civil en Burgos encargado de asuntos de prensa y propaganda.
También abrigaba la esperanza de que a su regreso la División Azul sería el germen de un movimiento político que efectuara los cambios políticos deseados. Contaba para ello con el General Agustín Muñoz Grandes, el cual tenía la ambición de suplantar a Franco con el apoyo alemán.
Entre mis compañeros más próximos y, en general, entre los menos jóvenes de los voluntarios -que acaso sean los más hay de todos modos una cierta inclinación al mal humor, a la queja y a la impalpable indisciplina. A veces porque nuestra alimentación es precaria (una confusa sopa al mediodía y un trozo de pan con algún embutido frío por la noche, amén de unos caramelos objeto de broma general porque se ha dicha que tienen efectos anafrodisíacos); a veces --las más de las veces- por razones pollticas». Se cree, claro es, que a una masa de voluntarios la oficialidad ha de tratarla con especiales consideraciones. Creen otros que la significación político falagista de la División se ahoga en el vulgar militarismo. Los
de más allá rezongan de una etapa de instrucción que se preve, larga, etc., etc. A mí todo esto me parece menso. Sería más sincero decir que la vida militar (en cuartel) es incómodo. Todo eso de' la política, ¿qué sentido tiene'? Ahora esto es una división militar. Y una división militar tiene que funcionar como otra cualquiera, de modo que se la haga apta.para el combate: con disciplina seca y todo lo que es propio. Lo que deseemos que sea la División en España -ahora y al regreso: una fuerza de nueva fermentación política-, lo que queremos que sea ante los alemanes, todo eso nada tiene que ver con el régimen interno de la. misma. Aquí somos soldados y nada más. ,: Que ello es incómodo? Evidente. Pero a eso hemos venido. A mí me fatigan todas estas desazones estúpidas. En parte son disfraces de la mala conformidad, aunque a veces también resultados de una ambición acaso un poco desmedida y optimista. Lo cierto es que la División en bloque --sin que en ello part¡cipe conscientemente la mayor parte de la oficialidad, que es lo más grave- siente una especie de conciencia mesiánica: somos casi todos falangistas desilusionados, disconformes de cómo van las cosas en la España reaccionaria y ((quietista» que se nos ha organizado. Inconformistas en suma. Se diría que ese interés revolucionario respecto a España eclipsa casi el objetiva natural de la División: intervenir en la guerra del Este en nombre de España y acaso sólo para evitar a· España una participación de mayores riesgos. Friamente considerados -desde un criterio de Ministerio de Estado- somos el precio de la neutralidad. Lo que también nos desazona porque la, mayor parte de nosotros no somos partidarios de esa neutralidad o al menos estamos pesarosos de saber que es forzosa.
Las primeras dificultades surgieron al poco de iniciada la marcha hasta el frente ruso, tras completar su instrucción militar en Alemania. El grueso del cuerpo expedicionario español tuvo que recorrer a pie los mil quinientos kilómetros que le separaban del frente. Los hombres desfallecían de cansancio y los animales de tiro sucumbían al agotamiento físico. Empezaba a cundir la irritación hacia los aliados alemanes.
Aún mayor fue el desencanto cuando a punto de llegar a Smolensko, recibieron la orden de marchar al Norte para participar en el sitio de Leningrado.
Ridruejo y sus camaradas Agustín Aznar y Enrique Sotomayor fueron incorporados a la columna motorizada de la División, ahorrándose ese mal trago. Ventajas de ser personajes importantes en la España de Franco, supongo.
En el trayecto desde Prusia Oriental fue anotando sus observaciones acerca de los paisajes y las gentes que se iba encontrando. Su mirada está llena de fascinación por la estepa rusa y simpatía y piedad hacia el pueblo ruso, describiendo la miseria de los campesinos y la docilidad de los prisioneros.
Y así entre efusiones líricas y el infierno de la guerra Ridruejo va desgranando sus vivencias. Vivencias que le cambiaron para siempre.
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