M. Priede
Será en Octubre
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Edito: hace veinte años que murió Rafaela Aparicio. Siempre trabajó el papel de abuela entrañable, y aquí lo borda. Se nota que ella era así:
[youtube]Xc3XY3nGzWY[/youtube]
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Ha sido muy estudiado eso de la sublimación de la angustia como motor propio del arte, del verdadero artista, pues eleva o traslada ese dolor desde nuestra conciencia o subconsciencia hasta el alma, donde reside todo sentimiento, también el artístico, y que es artístico precisamente porque el contenido de lo que allí trasladamos de mano del artista, y sobre todo la forma en que lo hace, se transforma con el fin de cautivar nuestro pensamiento dejándolo inmerso en un mundo construido para ese fin, ex profeso.
Una buena obra de arte lo es precisamente porque consigue ese objetivo. Poco importa que en ese mundo uno ría o llore, aunque actualmente el cine y la literatura -no digamos el fetichismo de las artes plásticas-se construyan con otra finalidad, sobre todo la de divertir o impresionar, dado que ya todo son ruidos ensordecedores y efectos especiales.
El artista, el creador, que dicen ahora, el verdadero artista, es aquel que consigue que en el espectador brote justamente esa necesidad de liberación para luego sumergirlo de lleno en la obra, sea drama, tragedia o incluso comedia.
Aquí tenemos una entrevista con uno de nuestros genios del cine. Por desgracia no ha realizado más que dos películas y un documental, que es mucho más que un documento: El sol del membrillo.
Víctor Erice dirigió dos grandes películas: El espíritu de la colmena y El sur. Esta última, El sur, se quedó inacabada (quien no la haya visto ha de verla, es la poesía llevada al cine), y en esta entrevista, tantos años después, cuenta qué y quiénes provocaron esa amputación, que aunque no se llegó a rodar estaba integrada en la obra.
Que Erice es más que un director de cine se ve en sus obras; la explicación que tantos años después él mismo nos relata, está a su altura. No lo digo porque tenga o no tenga razón, o sólo parte de ella; habría que escuchar las explicaciones del otro lado, ya que en estas disputas no son pocas las veces que los productores aciertan; lo digo por cómo relata la parte que no se rodó (la esencia de toda obra de arte está en ese 'cómo'), que por si fuera poco era la que daba nombre a la película, El sur.
Era en Andalucía donde a la jovencita se le desvelaría la causa del suicidio de su padre, un hombre enigmático, cautivador, poseedor de una fuerza anímica que tanto fascinaba a su hija desde niña; uno, como digo, por el carácter del padre, y otro porque esos enigmas quedaban a la vista materializados, y si cabe más ocultos, en la afición de zahorí que tenía su padre. Erice muestra qué fin tenía ese sur luminoso frente al norte frío y nublado, de ahí que en sus películas la fotografía tenga siempre un peso decisivo, y también en esta, donde hay secuencias sencillamente sublimes. Erice traslada al cine el lirismo literario (El Sur está inspirado en la novela de quien era su compañera de entonces, Adelaida García Morales), y no como ocurre actualmente, donde la literatura cada día se inspira más en el cine.
En ese sur luminoso, azul, invadido de cielo, la chica acabaría conociendo a su hermanastro, que no acepta la verdad y se niega a reconocer a su verdadero padre y hermana. Entre ambos surge una complicidad y un amor que bordea el incesto. Acaba, o acabaría la película si se hubiese filmado, despidiéndose los hermanos en una estación de tren, entregándole ella el péndulo que su padre utilizaba y él un libro de Stevenson que tomó de la librería de su tío, que fue quien le crió; un hombre culto con un pasado también doloroso y cuyo papel iba a interpretar Fernando Fernán Gómez. Ese libro es uno de los preferidos de Erice; reconoce que siendo muy niño le cautivó.
La película tendría que haber acabado sugiriéndonos que todos necesitamos un sur, un sur mítico, no geográfico, puesto que también los del sur necesitan viajar al sur. Lo hace -lo habría hecho si se hubiese rodado- de una manera lírica, maravillosa, con la chica leyendo en el tren, de regreso al norte, y con una voz en off de Fernando Fernán Gómez:
Versión española - Entrevista a Víctor Erice, Versión española - RTVE.es A la Carta
La niña que admira a su padre. Aportado por Mitrofán:
[youtube]216iSDKurJY[/youtube]
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El padre que intenta amigarse con su hija y le recuerda aquel baile, pero la hija ya no es una niña y su padre no se quiere dar cuenta, o simula que no se da cuenta.
Se ha abierto una brecha entre ellos, porque la hija ya ha descubierto que hay algo que su padre, por más que simule, oculta, se esfuerza en ocultar.
[youtube]P8BSbG68jR8[/youtube]
[youtube]Xc3XY3nGzWY[/youtube]
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Ha sido muy estudiado eso de la sublimación de la angustia como motor propio del arte, del verdadero artista, pues eleva o traslada ese dolor desde nuestra conciencia o subconsciencia hasta el alma, donde reside todo sentimiento, también el artístico, y que es artístico precisamente porque el contenido de lo que allí trasladamos de mano del artista, y sobre todo la forma en que lo hace, se transforma con el fin de cautivar nuestro pensamiento dejándolo inmerso en un mundo construido para ese fin, ex profeso.
Una buena obra de arte lo es precisamente porque consigue ese objetivo. Poco importa que en ese mundo uno ría o llore, aunque actualmente el cine y la literatura -no digamos el fetichismo de las artes plásticas-se construyan con otra finalidad, sobre todo la de divertir o impresionar, dado que ya todo son ruidos ensordecedores y efectos especiales.
El artista, el creador, que dicen ahora, el verdadero artista, es aquel que consigue que en el espectador brote justamente esa necesidad de liberación para luego sumergirlo de lleno en la obra, sea drama, tragedia o incluso comedia.
Aquí tenemos una entrevista con uno de nuestros genios del cine. Por desgracia no ha realizado más que dos películas y un documental, que es mucho más que un documento: El sol del membrillo.
Víctor Erice dirigió dos grandes películas: El espíritu de la colmena y El sur. Esta última, El sur, se quedó inacabada (quien no la haya visto ha de verla, es la poesía llevada al cine), y en esta entrevista, tantos años después, cuenta qué y quiénes provocaron esa amputación, que aunque no se llegó a rodar estaba integrada en la obra.
Que Erice es más que un director de cine se ve en sus obras; la explicación que tantos años después él mismo nos relata, está a su altura. No lo digo porque tenga o no tenga razón, o sólo parte de ella; habría que escuchar las explicaciones del otro lado, ya que en estas disputas no son pocas las veces que los productores aciertan; lo digo por cómo relata la parte que no se rodó (la esencia de toda obra de arte está en ese 'cómo'), que por si fuera poco era la que daba nombre a la película, El sur.
Era en Andalucía donde a la jovencita se le desvelaría la causa del suicidio de su padre, un hombre enigmático, cautivador, poseedor de una fuerza anímica que tanto fascinaba a su hija desde niña; uno, como digo, por el carácter del padre, y otro porque esos enigmas quedaban a la vista materializados, y si cabe más ocultos, en la afición de zahorí que tenía su padre. Erice muestra qué fin tenía ese sur luminoso frente al norte frío y nublado, de ahí que en sus películas la fotografía tenga siempre un peso decisivo, y también en esta, donde hay secuencias sencillamente sublimes. Erice traslada al cine el lirismo literario (El Sur está inspirado en la novela de quien era su compañera de entonces, Adelaida García Morales), y no como ocurre actualmente, donde la literatura cada día se inspira más en el cine.
En ese sur luminoso, azul, invadido de cielo, la chica acabaría conociendo a su hermanastro, que no acepta la verdad y se niega a reconocer a su verdadero padre y hermana. Entre ambos surge una complicidad y un amor que bordea el incesto. Acaba, o acabaría la película si se hubiese filmado, despidiéndose los hermanos en una estación de tren, entregándole ella el péndulo que su padre utilizaba y él un libro de Stevenson que tomó de la librería de su tío, que fue quien le crió; un hombre culto con un pasado también doloroso y cuyo papel iba a interpretar Fernando Fernán Gómez. Ese libro es uno de los preferidos de Erice; reconoce que siendo muy niño le cautivó.
La película tendría que haber acabado sugiriéndonos que todos necesitamos un sur, un sur mítico, no geográfico, puesto que también los del sur necesitan viajar al sur. Lo hace -lo habría hecho si se hubiese rodado- de una manera lírica, maravillosa, con la chica leyendo en el tren, de regreso al norte, y con una voz en off de Fernando Fernán Gómez:
"Hay en el mundo unas islas que ejercen sobre los viajeros una irresistible y misteriosa fascinación. Pocos son los hombres que las abandonan después de haberlas conocido. La mayoría dejan que sus cabellos se vuelvan blancos en los mismos lugares donde desembarcaron. Hasta el día de su muerte, a la sombra de las palmeras, bajo los vientos alisios, acarician el sueño de un regreso al país natal y que jamás cumplirán. Esas islas son las Islas del Sur. Cuentan que en ellas estuvo en tiempos el Paraíso".[
Versión española - Entrevista a Víctor Erice, Versión española - RTVE.es A la Carta
La niña que admira a su padre. Aportado por Mitrofán:
[youtube]216iSDKurJY[/youtube]
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El padre que intenta amigarse con su hija y le recuerda aquel baile, pero la hija ya no es una niña y su padre no se quiere dar cuenta, o simula que no se da cuenta.
Se ha abierto una brecha entre ellos, porque la hija ya ha descubierto que hay algo que su padre, por más que simule, oculta, se esfuerza en ocultar.
[youtube]P8BSbG68jR8[/youtube]
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