Rafael, el maestro falsificador
Ampliaba los billetes 1.200 veces para copiarlos al milímetro
Usaba 9 planchas en lugar de una
Rafael Velasco, " un verdadero artista", según la Policía. CRÓNICA
Rafael Velasco sólo había sido detenido en una ocasión anteriormente y ya entonces se alabó la excelencia de su obra. Los agentes de la Guardia Civil que lo esposaron dijeron que sus dólares falsos eran los más perfectos vistos hasta la fecha, que habían tenido que usar medios muy sofisticados para detectarlos. La meticulosidad de Rafael copiando detalles era tal que aumentaba la imagen de los billetes 1.200 veces para retocarlos al milímetro. Si los falsificadores habitualmente se conforman con una sola plancha, él usaba nueve distintas en sus impecables reproducciones.
Entonces --diciembre de 2000-- aún no existía el euro, por lo que estaba especializado en la divisa americana. Sus billetes de 100 dólares, por ejemplo, tenían impresa la microscópica leyenda «The United States of América» en el cuello de la chaqueta de Benjamín Franklin, un detalle imposible de apreciar para el ojo humano. Casi tres lustros después, los especialistas en moneda falsa aún subrayan este elemento como uno de los obstáculos que a los falsificadores más les cuesta sortear debido a la delicadeza requerida.
Esta semana han vuelto a escucharse palabras de halago hacia la destreza de Rafael. Un «verdadero artista», decía de él Alfredo Cabezas, el comisario de la Brigada de Investigación del Banco de España, poniendo así el foco de interés sobre la pericia del imitador más que sobre el tamaño del chiringuito desmantelado:un taller --ubicado en el garaje del chalé que Rafael había alquilado en Bargas (Toledo)-- preparado para producir 2.500 billetes diarios y del que se calcula que habrían salido entre un millón y un millón y medio de euros falsos que siguen en circulación y que aflorarán en los próximos meses, quién sabe si en su bolsillo. «Está en el top ten de las falsificaciones de Europa», refrendaba la exquisitez del trabajo la agente de la Europol desplazada a España para la ocasión.
Para entender la solvencia imitadora del hombre corpulento y bonachón de la fotografía hay que urgar en su currículo y saber que, aunque nació en la deprimida Bailén (Jaén) el día de Navidad de 1954, emigró joven a Madrid e hizo carrera en el sector de la artes gráficas, siempre como propietario o copropietario de empresas. Montó Kefren (1989), Proyectgraf (1993), Fotomecánica Keops (1994), Velamar Artes Gráficas (1996), Dronce Técnicas Gráficas (1999)... Y en esta sucesión de firmas está el punto de inflexión en el que Rafael Velasco pasó de ser un respetado profesional --«era realmente bueno», dice un ex compañero-- a decidirse por invertir su talento en crear, literalmente, una máquina de hacer dinero.
Mediados los 90 inauguró la fotomecáncia Keops con un par de socios, justo cuando los avances tecnológicos darían al traste con el viejo negocio, de modo que la cosa acabó pronto en quiebra. Los colegas de entonces subrayan lo mal que se portó dejando a sus socios en la estacada con un montón de deudas. Poco después, en 1999, el banco le embargaría y subastaría su chalé en Valdemorillo (Madrid), síntoma de que las cosas no le iban nada bien.
Para entonces ya había montado en solitario Dronce Técnicas Gráficas. «Hacíamos catálogos, reproducciones de cómics antiguos y algún trabajo para la Junta de Galicia.Lo dejé porque pagaba cada cuatro meses», dice a Crónica uno de sus empleados en Dronce, ubicada en Collado Villalba (Madrid). «La actividad era aparentemente normal, como no fuera que hiciera los billetes por la noche...», añade el ex trabajador.
Y así era. La Guardia Civil, en un caso que bautizó como operación Truman, concluyó que la empresa de Rafael tornaba en fábrica de billetes falsos cuando el último empleado (tenía tres) apagaba la luz. Se incautaron 3,5 millones de dólares falsos en billetes de 50 y 100, pliegos sin cortar por valor de 20 millones de dólares y 1.200 pliegos de pagarés falsos. Fue detenido junto a su esposa en aquel momento, Concepción Martín, y la hermana de ésta.
A Rafael le cayeron dos años y nueve meses de prisión y a la salida de la guandoca apareció en la remota Puente Miera -- una localidad asturiana de 10 habitantes-- llevando del brazo a una nueva esposa, la colombiana Clara Rosa Gaviria León, también detenida en la última redada, realizada por la Brigada de Investigación del Banco de España.
En Puente Miera sorprendió mucho la llegada de nuevos vecinos. Más aun que Rafael pretendiera vivir regentando el ruinoso bar del pueblo, de escasa clientela. Pocos billetes de los que a él más le gusta copiar, de los grandes, de 50 o 100, se veían en su caja registradora. Mientras, su pareja, Clara Rosa, daba tumbos profesionales abriendo y cerrando algún negocio hostelero aquí y allí.
Durante un tiempo, ella se empleó en un hotel de la zona, La Tiendona, y un día regresó del trabajo diciendo a los vecinos que había estado con Bertín Osborne porque el cantante quería comprar fincas en la zona y su marido le hacía de intermediario. Pura fanfarronería, a decir de la representante del artista, que asegura a Crónica que Bertín no conoce a Rafael Velasco y que nunca se ha interesado por tierras en Asturias.
Con la misma sorpresa que llegaron a Puente Miera se marcharon en 2012 anunciando que iban a poner una pizzería en Málaga. En realidad se instalaron en Mijas, también en la provincia de Málaga, en un chalé alquilado de la urbanización El Lagarejo. Sus vecinos y sus caseros coinciden en describirlo como una persona muy educada, que se dedicaba «a algo de ordenadores» y al que nunca vieron movimientos extraños. La policía ya le seguía los pasos entonces y cree que Rafael decidió trasladarse hace un par de meses a Bargas (Toledo) porque no se sentía seguro.
Allí lo sacaron de la cama los agentes la mañana del 15 de enero. Rafael confesó y los condujo hasta el garaje, donde no había coches. «Nos sorprendió porque era un garaje inmenso y por el volumen de material. Había 16 o 17 impresoras», dice uno de los policías que partició en el registro. Encontraron también 15.000 euros y 90.000 dólares falsos listos para salir a la calle. Él se llevaba una comisión del 10% de cada billete. Una minucia tratándose de Rafael, el maestro falsificador.
