Minsky Moment
Será en Octubre
Esto que defiende Laborda (post-keynesiano) es una obviedad, a pesar de que llevamos lustros actuando como si el mecanismo del dinero fuera exactamente el inverso (y a la vista están los resultados). Pongo este post para ver si hay narices todavía en burbuja para debatir con seriedad un tema teórico de este calado. El hilo del algodón.
¡El dinero es endógeno!
Después de ocho años de implementación de las políticas económicas ortodoxas, guiadas por monetaristas, nuevos clásicos, economistas de la oferta, y keynesianos de la síntesis, el resultado sólo puede calificarse de desastroso. Lo que pretendo en este blog es sacar a relucir los profundos errores conceptuales, así como la falsedad de las hipótesis iniciales y de las relaciones de causalidad asumidas por la mayoría de los economistas, y ampliamente plasmadas en textos académicos, artículos científicos, piezas meramente divulgativas, blogs de opinión, o noticias periodísticas.
La política monetaria implementada por los Bancos Centrales, aplaudida y jaleada por la inmensa mayoría de los voceros mediáticos, legitima la interpretación neoconservadora que Milton Friedman y Anna Jacobson Schwartz hicieron de la Gran Depresión. Según esta interpretación, el dinero cae de “un helicóptero”, de manera que cuando éste se pone en marcha, incrementando el stock de dinero en la economía, no habrá pánicos bancarios, se reactivará el ciclo del crédito, la inversión productiva se recuperará y con ello la actividad económica.
Bajo esta interpretación se asumen ciertas características implícitas del dinero: el dinero cae de un helicóptero, es percibido como un stock, su oferta es exógena, las reservas crean depósitos, los tipos de interés son consecuencia de las leyes del mercado, el tipo de interés de referencia lo guían los mercados, y el racionamiento de crédito es consecuencia de la existencia de información asimétrica.
Causalidades invertidas
Pero esta explicación, asumida e interiorizada por la mayoría de los economistas, es falsa. En primer lugar, la oferta de dinero es endógena, es decir, no puede ser fijada de manera arbitraria por los Bancos Centrales, de ahí el fracaso más absoluto de la actual política monetaria global. La oferta de dinero en realidad viene determinada por la demanda de créditos y las preferencias del público. Por lo tanto, los créditos producen depósitos, y no al revés. Surge de esta interpretación la primera causalidad invertida: para que los bancos abran cuentas y concedan créditos no hace falta que primero tengan depósitos.
Como corolario, la creación de moneda crediticia no requiere que los bancos privados dispongan de reservas excedentarias. Los bancos crean créditos y depósitos, y a continuación se encargan de conseguir los billetes emitidos por el banco central, y demandados por los clientes, así como las reservas obligatorias exigidas por las leyes. De aquí surge la segunda relación de causalidad invertida: el dinero legal, o base monetaria, entendido como la suma de efectivo más reservas obligatorias, es una variable endógena que no puede ser fijada arbitrariamente por los bancos centrales.
Si juntamos ambas causalidades invertidas, se obtiene una implicación contraria a la visión convencional: el dinero legal o base monetaria se relaciona con los créditos realizados y el dinero bancario a través de un divisor del crédito. Por lo tanto el dinero bancario no es un múltiplo de la cantidad de dinero de curso legal o base monetaria. Al revés, la base monetaria es un cociente de la cantidad de dinero bancario.
La Ley de Say y la inflación en una economía monetaria
Aunque parezca una obviedad, los modelos económicos deben tener en cuenta que los contratos están pactados en unidades monetarias, que las empresas tienen deudas y que las familias poseen activos. Las deudas constituyen una característica ineludible de las economías monetarias de producción, y la mayor o menor propensión de las familias a conservar o renunciar a los activos menos líquidos pueden provocar una crisis económica -véase la actual crisis sistémica de Occidente, y España en particular -hipótesis de inestabilidad financiera de Hyman Minsky-.
El motor de la economía es el gasto en inversión decidido con independencia de las decisiones de ahorro. En realidad es la inversión que deciden las empresas lo que determina la cantidad de ahorro. Para invertir no hace falta ahorro previo o depósitos preexistentes. La Ley de Say en una economía monetaria es falsa.
Muchos aún no comprenden por qué la deflación salarial, el desplome de los costes financieros, la inyección masiva de liquidez por parte de los Bancos Centrales, y la flexibilidad laboral extrema no han sido capaces de atraer inversiones productivas privadas. Con ello, la Inestabilidad Financiera de Hyman Minsky y la triple recesión se están reactivando de nuevo. Si no hay inversión nueva se contrae el retorno del stock de capital ya existente, lo que produce pérdidas de capital, activando de nuevo otra contracción en la inversión, entrando así en un ciclo vicioso.
Otra de las consecuencias de las relaciones de causalidad invertidas que hemos expuesto, es que la tasa de inflación no puede ser ocasionada por una excesiva tasa de crecimiento del dinero. La causalidad va en sentido inverso, es la tasa de crecimiento de los precios y de la producción lo que va a incidir sobre la tasa de crecimiento de la cantidad de dinero. De ahí que la ortodoxia haya agravado el riesgo de deflación por deuda.
¡El dinero es endógeno!
Después de ocho años de implementación de las políticas económicas ortodoxas, guiadas por monetaristas, nuevos clásicos, economistas de la oferta, y keynesianos de la síntesis, el resultado sólo puede calificarse de desastroso. Lo que pretendo en este blog es sacar a relucir los profundos errores conceptuales, así como la falsedad de las hipótesis iniciales y de las relaciones de causalidad asumidas por la mayoría de los economistas, y ampliamente plasmadas en textos académicos, artículos científicos, piezas meramente divulgativas, blogs de opinión, o noticias periodísticas.
La política monetaria implementada por los Bancos Centrales, aplaudida y jaleada por la inmensa mayoría de los voceros mediáticos, legitima la interpretación neoconservadora que Milton Friedman y Anna Jacobson Schwartz hicieron de la Gran Depresión. Según esta interpretación, el dinero cae de “un helicóptero”, de manera que cuando éste se pone en marcha, incrementando el stock de dinero en la economía, no habrá pánicos bancarios, se reactivará el ciclo del crédito, la inversión productiva se recuperará y con ello la actividad económica.
Bajo esta interpretación se asumen ciertas características implícitas del dinero: el dinero cae de un helicóptero, es percibido como un stock, su oferta es exógena, las reservas crean depósitos, los tipos de interés son consecuencia de las leyes del mercado, el tipo de interés de referencia lo guían los mercados, y el racionamiento de crédito es consecuencia de la existencia de información asimétrica.
Causalidades invertidas
Pero esta explicación, asumida e interiorizada por la mayoría de los economistas, es falsa. En primer lugar, la oferta de dinero es endógena, es decir, no puede ser fijada de manera arbitraria por los Bancos Centrales, de ahí el fracaso más absoluto de la actual política monetaria global. La oferta de dinero en realidad viene determinada por la demanda de créditos y las preferencias del público. Por lo tanto, los créditos producen depósitos, y no al revés. Surge de esta interpretación la primera causalidad invertida: para que los bancos abran cuentas y concedan créditos no hace falta que primero tengan depósitos.
Como corolario, la creación de moneda crediticia no requiere que los bancos privados dispongan de reservas excedentarias. Los bancos crean créditos y depósitos, y a continuación se encargan de conseguir los billetes emitidos por el banco central, y demandados por los clientes, así como las reservas obligatorias exigidas por las leyes. De aquí surge la segunda relación de causalidad invertida: el dinero legal, o base monetaria, entendido como la suma de efectivo más reservas obligatorias, es una variable endógena que no puede ser fijada arbitrariamente por los bancos centrales.
Si juntamos ambas causalidades invertidas, se obtiene una implicación contraria a la visión convencional: el dinero legal o base monetaria se relaciona con los créditos realizados y el dinero bancario a través de un divisor del crédito. Por lo tanto el dinero bancario no es un múltiplo de la cantidad de dinero de curso legal o base monetaria. Al revés, la base monetaria es un cociente de la cantidad de dinero bancario.
La Ley de Say y la inflación en una economía monetaria
Aunque parezca una obviedad, los modelos económicos deben tener en cuenta que los contratos están pactados en unidades monetarias, que las empresas tienen deudas y que las familias poseen activos. Las deudas constituyen una característica ineludible de las economías monetarias de producción, y la mayor o menor propensión de las familias a conservar o renunciar a los activos menos líquidos pueden provocar una crisis económica -véase la actual crisis sistémica de Occidente, y España en particular -hipótesis de inestabilidad financiera de Hyman Minsky-.
El motor de la economía es el gasto en inversión decidido con independencia de las decisiones de ahorro. En realidad es la inversión que deciden las empresas lo que determina la cantidad de ahorro. Para invertir no hace falta ahorro previo o depósitos preexistentes. La Ley de Say en una economía monetaria es falsa.
Muchos aún no comprenden por qué la deflación salarial, el desplome de los costes financieros, la inyección masiva de liquidez por parte de los Bancos Centrales, y la flexibilidad laboral extrema no han sido capaces de atraer inversiones productivas privadas. Con ello, la Inestabilidad Financiera de Hyman Minsky y la triple recesión se están reactivando de nuevo. Si no hay inversión nueva se contrae el retorno del stock de capital ya existente, lo que produce pérdidas de capital, activando de nuevo otra contracción en la inversión, entrando así en un ciclo vicioso.
Otra de las consecuencias de las relaciones de causalidad invertidas que hemos expuesto, es que la tasa de inflación no puede ser ocasionada por una excesiva tasa de crecimiento del dinero. La causalidad va en sentido inverso, es la tasa de crecimiento de los precios y de la producción lo que va a incidir sobre la tasa de crecimiento de la cantidad de dinero. De ahí que la ortodoxia haya agravado el riesgo de deflación por deuda.