El Peseta
Madmaxista
Hoy, el que sería el spa más caro del mundo, es un millón y medio de euros de polvo
Iba a ser un balneario de lodos salutíferos, una delicatessen del arquitecto japonés Toyo Ito:
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Unos ven una caracola gigante. Otros ven un pimpollo. Hay quien habla de una nave espacial. Los hay que lo comparan con una babosa. Y luego está María, que da un golpe en la barra, suspira y lo clava.
-Creo.
-Acertaste.
Así que pagamos las bebidas, nos subimos al Nissan, tecleamos antes de arrancar la palabra en Google por si acaso y ahí está. «elemento. m. Porción compacta de excremento humano que se expele de una vez».
Lo miren por donde lo miren -sean del grupo de los escatológicos o del bando de los que juran haber visto un ovni-, el caso es que esto que ven iba a ser el Parque de la Relajación de Torrevieja, un balneario de lodos salutíferos, una delicatessen del arquitecto japonés Toyo Ito, el spa más caro del mundo hoy: un millón y medio de euros convertidos en polvo.
«El problema es que el alcalde se emperró en construir esto dentro del Parque Natural de las Lagunas de la Mata-Torrevieja, en la zona de mayor valor ecológico», señala José Manuel Dolón, concejal de Los Verdes. «Lo hizo sin permiso de la Dirección Provincial de Costas. Sin una declaración de impacto ambiental. Sin nada. Con lo que la Administración central les paralizó el proyecto en 2006 y así se quedó».
De los tres edificios que iba a albergar el proyecto, sólo se construyó éste que ven.
Visto y no visto.
Cuando el vigilante dejó para siempre de vigilar, primero fueron desvalijadas las vallas metálicas que circundaban el edificio; luego fueron arrancadas las planchas de cobre que revestían la estructura, saqueada la grifería, expoliado todo el metal; finalmente hubo un incendio que devoró el interior, porque más que un balneario aquello era ya un albergue.
Y aquí estamos hoy dentro de una boñiga o a bordo del Halcón Milenario, qué mas da, mientras los alemanes que sacan a pasear a sus perritos entre los matorrales de la laguna nos saludan mirando hacia arriba.
-Oiga, ¿y en Alemania han hechos cosas de éstas? -se lo preguntamos a voces, encaramados el compañero y este propio, haciendo un altavoz con las manos.
-Nooo, nooo, nooo.
Uno deduce que la señora se refiere a que en su país nadie fabula un complejo así, en una parcela de 130.000 metros cuadrados, dentro de un humedal protegido. A que allí no habrían ideado un dispendio que incluía una sala de convenciones para 2.000 personas al margen de la ley. A que en Alemania no hay alcalde como el de este contubernio, que entró en la guandoca hace dos meses por prevaricación: Auf wiedersehen, herr Pedro Hernández.
Ver La España del despilfarro en un mapa más grande
En la estancia helicoidal, pisamos una escarcha de cristales rotos. Hay restos de madera calcinada. Una botella medio vacía. Clavos oxidados que atraviesan la bota del fotógrafo. Una pintada de amor de Asier y Sara. Y a lo peor el proyecto de hijo de ambos amantes, a nuestros pies, translúcido y untuoso, dentro de un condón que descansa enrolladito en el suelo.
La pifia urbanística del nipón, el delirio del munícipe, reposa como un cuerpo necrosado al final de la urbanización Torreta III, mordiendo en la flora y en la fauna prohibidas. Seguro que si cierran los ojos se acuerdan. Hablamos de aquellos bungalows en Torrevieja que se regalaban en el concurso Un, dos, tres. Todos eran de aquí mismo.
En la puerta de uno de ellos hablamos con Pablo, que tiene 50 años, lleva 30 aquí y señala a esta Ruperta envenenada que ha sido el Parque de la Relajación. «En el barrio tenemos necesidades de limpieza, de iluminación, de vigilancia, sólo en estos 100 metros que hay de aquí al bicho hay cinco casas que han sido ocupadas por gente que tira la puerta de una patada. Esto es el trastero de Torrevieja. En vez de arreglar el barrio, se dejaron millón y medio en esto».
Lo más gracioso es que los lodos de este balneario no iban a ser de estas lagunas, sino traídos allende Torrevieja. Lo menos gracioso es que el pato de la inversión lo pagó no sólo el Ayuntamiento (PP), sino la Generalitat y el Gobierno central. En definitiva, usted.
Los que lo han probado hablan de un lago rosa. Del color anacarado de las aguas durante la tarde. De la llegada de los vampiros que son los mosquitos al caer el sol.
Se iba a llamar Parque de la Relajación, pero si lo piensas detenidamente -si escuchas a Neru, madre de cuatro pequeños, si te detienes a que te explique lo que le sucede- te acabas tensando como una cuerda.
«A ver si les da vergüenza. Escribe que en el Colegio Público Las Culturas no tienen presupuesto para aire acondicionado. Y que la clase se pone a 30 grados. Y que a los hijos nos los devuelven a casa porque les puede dar algo. Ha habido dinero para eso que ves. No hay dinero para esto otro».
Hay mamás que van con ventiladores a las aulas, como crucifijos blandidos contra el Maligno. Pero nada. Neru rezuma copiosamente mientras habla. Uno se acuerda de los supertacañones. El elemento sigue durmiendo la siesta al viento fresco, con su pachorra de euros.
La próxima semana, el Golden Gateespañol, 80 millones de euros en el aire. :
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