Desde 1972, el peso de la industria sobre el PIB español se ha desplomado del 39% al 19%. El objetivo de Bruselas pasa por recuperar el 20% del PIB, lo que aportaría más estabilidad al empleo y apuntalaría la investigación. Para lograrlo, los expertos reclaman bajar el precio de la electricidad, las tasas a la exportación y las cotizaciones sociales.
Cuando el comisario europeo de Industria, Antonio Tajani, insistió por enésima vez, hace apenas unas semanas en el objetivo de que la industria de cada país recuperara un peso del 20% del PIB, España no podría estar más lejos de este reto. Desde los años setenta, la industria ha pasado de suponer dos quintas partes de toda la actividad económica a quedarse en torno al 15,9%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
La Unión Europea va más allá. La oficina estadística comunitaria, Eurostat, que descuenta la energía dentro de la industria, asume una caída del sector del entorno del 30% entre 2008 y 2012, y lo sitúa en el 13,3% del PIB, frente a un 18% en Europa. España se convierte así en el país que más reduce su peso industrial durante la crisis, sólo por delante de Grecia y Chipre, y tendría que remontar un 50% desde los niveles de 2012 para alcanzar los niveles que reclama Bruselas.
Más aún. Recientemente el ministro de Industria, José Manuel Soria, puso de relevancia el “efecto arrastre de la industria” y declaró que “no se pueden reducir los elevados niveles de desempleo sin una recuperación del sector industrial” como palanca.
13,3% peso en el PIB Es el peso de la industria, excluyendo energía, en el PIB, según Eurostat, cinco puntos por debajo de la media comunitaria. El objetivo de Bruselas es llegar al 20%.
“Parte del declive se ha debido a la terciarización de la economía, pero otra buena parte es porque los españoles nos hemos creído que el país podía sobrevivir sin industria, y no es así”, apunta Luis Fabián Márquez, presidente de Analistas de Relaciones Industriales. Aunque las economías modernas concentren su actividad sobre el sector terciario, “toda la sociedad de servicios está destinada a trabajar para el sector manufacturero y lo que ha pasado en España es que la base de la pirámide ha menguado y se ha vuelto inestable”, subraya Guido Stein, profesor del IESE Business School.
1,2 millones Desde 1976 se han destruido 1,2 millones de puestos de trabajo en el sector, casi un tercio. Mientras, el mercado de laboral se ha ampliado en 4 millones de trabajadores.
Miguel Aguilar, director académico en la Escuela de Organización industrial explica que “los servicios aportan una buena parte del empleo, pero la industria mantiene un núcleo de trabajadores más estable, con una mayor productividad media y que acumulan un mayor capital humano. Además, es la punta de lanza de la I+D, y el principal pilar de las exportaciones”.
Ésta es, al menos, la industria que ha sobrevivido a lo largo de los últimos cuarenta años. En los años 70, predominaban las grandes industrias pesadas de bajo valor añadido, uso intensivo de la energía y el mercado interno como principal destino, pero todo eso se vino abajo cuando los precios del petróleo se dispararon y la entrada en el mercado único europeo puso en jaque a las empresas más ineficientes.
Hoy, las que tienen más éxito son las que tratan de buscar nuevos nichos de mercado, incluso en sectores que parecen agotados, pero que requieren una fuerte apuesta por la innovación y que se dirigen a todo el mundo. Es el caso de Inditex, cuyo éxito se fundamenta sobre la moda y el modelo de producción; o Miquel y Costas, una papelera especializada en el bajo gramaje que se destina a fabricar los cigarrillos, pero también a otros usos industriales.
