Informar es transmitir aquello que es objetivo o bien que a la luz del conocimiento previo y la lógica aceptada se considera probable. ¿Donde está este tipo de información en los medios de comunicación de este país? ¿Secuestrada?
El periodo que hemos vivido en los últimos 9 o 10 años no puede calificarse solo de intenso sino de abrumador y excesivo. Son conocidos los mecanismos que han permitido esta expansión sin limites del sector pero parecen no ser conocidas por la mayoría de la población las consecuencias posteriores de este tipo de fenómenos sobre la economía. Si el precio de la vivienda se hubiese contabilizado dentro del IPC publicado anualmente estaríamos de acuerdo en que nos encontramos ante un caso de peligrosa inflación. Pero nuestro indicador de precios al consumo hace tiempo que es poco útil.
El mercado de la vivienda ha generado riqueza, ha atraido mano de obra barata, especialmente extranjera, y ha acabado con parte importante de nuestra costa.
El dinero barato que impulsa los precios y el consumo, es también un peligro que en este sector no ha tenido regulación alguna. No ha existido una legislación que limitara el riesgo crediticio a las familias y a la banca, protegiera nuestros paisajes o impidiera la subcontratación excesiva. Todo ello atrajo al sector una especulación feroz. Interna y extranjera.
Ahora, cuando ya es demasiado tarde, estamos gestando leyes del suelo más restrictivas o leyes que eviten la cadena de subcontrataciones excesivas. Estamos dando consejos de limitar el crédito cuando es tarde y el riesgo asumido es de enormes dimensiones.
Se ha producido una inflación basada en una falsa sensación de riqueza. Todo ello apoyado en la propiedad de un bien del que se asume una revalorización inevitable: la vivienda. Se ha transmitido por todos los medios que la vivienda es un bien tangible cuyo valor es seguro a cualquier precio ignorando que en nuestra historia reciente hemos tenido periodos de bajada de precios (92--95) que han acontecido tras periodos de expansión inmobiliaria intensos. Dada la intensidad de último periodo que hemos vivido ahora el ajuste será durísimo.
Nos encaminamos a la deflaccion general de muchos bienes cuando el mercado de la vivienda, que ya ha cerrado la puerta a gran parte de sus posibles compradores ante los precios (y la falta de crédito venidera), hunda sus precios tras un brusco parón del que ya se aprecian los sintomas. No existe la posiblidad de "aterrizaje suave".
Igual que se creó una enorme cantidad de titulados para una sociedad incapaz de absorverlos laboralmente, ahora hemos creado una cantidad de vivienda que no podemos absorver. El mercado devaluó sin piedad el trabajo de ese exceso de titulados; los "mileuristas" del "baby boom" de los 70. Ahora se devaluarán las viviendas como cualquier otro producto excedente.
Esta máquina española de generar riqueza no tenía vocación de duradera. Ha sido una tactica de tierra quemada que a finales de 2006 ya estaba plegando sus herramentas para emigrar ahora a los paises emergentes de la europa del este y comenzar de nuevo allí.
Ahora, el mercado se encuentra buscando la puerta por la que huyeron los inversores. El mercado español de la vivienda está agotado y ciego ante lo que se avecina.
En primer lugar veremos un descenso generalizado en el consumo. Veremos un aumento espectacular de la oferta inmobiliaria de segunda mano y un descenso de los precios de los inmuebles, posiblemente más allá del 20%. Veremos el dato del IPC interanual estancarse e incluso retroceder en los proximos meses ante la bajada del consumo. La temida deflación. Veremos falta de crédito y un mayor endurecimiento de las condiciones para las concesiones de los mismos. Veremos crecer el paro en la construcción y servicios. Las reformas y obras de acondicionamiento de locales serán un saldo ante la mano de obra excedente. Veremos un parón en la entrada de pagapensiones e incluso es posible que un descenso de esta población. Las remesas al extranjero se reducirán de manera importante. Veremos crecer la jovenlandesesidad, ante los bancos, de la enorme deuda hipotecaria acumulada por las familias. Veremos un aumento de la pequeña delincuencia. La de la subsistencia.
¿Qué alternativa tendremos despues de haber convertido nuestra economía en ladrillo-dependiente?
El periodo que hemos vivido en los últimos 9 o 10 años no puede calificarse solo de intenso sino de abrumador y excesivo. Son conocidos los mecanismos que han permitido esta expansión sin limites del sector pero parecen no ser conocidas por la mayoría de la población las consecuencias posteriores de este tipo de fenómenos sobre la economía. Si el precio de la vivienda se hubiese contabilizado dentro del IPC publicado anualmente estaríamos de acuerdo en que nos encontramos ante un caso de peligrosa inflación. Pero nuestro indicador de precios al consumo hace tiempo que es poco útil.
El mercado de la vivienda ha generado riqueza, ha atraido mano de obra barata, especialmente extranjera, y ha acabado con parte importante de nuestra costa.
El dinero barato que impulsa los precios y el consumo, es también un peligro que en este sector no ha tenido regulación alguna. No ha existido una legislación que limitara el riesgo crediticio a las familias y a la banca, protegiera nuestros paisajes o impidiera la subcontratación excesiva. Todo ello atrajo al sector una especulación feroz. Interna y extranjera.
Ahora, cuando ya es demasiado tarde, estamos gestando leyes del suelo más restrictivas o leyes que eviten la cadena de subcontrataciones excesivas. Estamos dando consejos de limitar el crédito cuando es tarde y el riesgo asumido es de enormes dimensiones.
Se ha producido una inflación basada en una falsa sensación de riqueza. Todo ello apoyado en la propiedad de un bien del que se asume una revalorización inevitable: la vivienda. Se ha transmitido por todos los medios que la vivienda es un bien tangible cuyo valor es seguro a cualquier precio ignorando que en nuestra historia reciente hemos tenido periodos de bajada de precios (92--95) que han acontecido tras periodos de expansión inmobiliaria intensos. Dada la intensidad de último periodo que hemos vivido ahora el ajuste será durísimo.
Nos encaminamos a la deflaccion general de muchos bienes cuando el mercado de la vivienda, que ya ha cerrado la puerta a gran parte de sus posibles compradores ante los precios (y la falta de crédito venidera), hunda sus precios tras un brusco parón del que ya se aprecian los sintomas. No existe la posiblidad de "aterrizaje suave".
Igual que se creó una enorme cantidad de titulados para una sociedad incapaz de absorverlos laboralmente, ahora hemos creado una cantidad de vivienda que no podemos absorver. El mercado devaluó sin piedad el trabajo de ese exceso de titulados; los "mileuristas" del "baby boom" de los 70. Ahora se devaluarán las viviendas como cualquier otro producto excedente.
Esta máquina española de generar riqueza no tenía vocación de duradera. Ha sido una tactica de tierra quemada que a finales de 2006 ya estaba plegando sus herramentas para emigrar ahora a los paises emergentes de la europa del este y comenzar de nuevo allí.
Ahora, el mercado se encuentra buscando la puerta por la que huyeron los inversores. El mercado español de la vivienda está agotado y ciego ante lo que se avecina.
En primer lugar veremos un descenso generalizado en el consumo. Veremos un aumento espectacular de la oferta inmobiliaria de segunda mano y un descenso de los precios de los inmuebles, posiblemente más allá del 20%. Veremos el dato del IPC interanual estancarse e incluso retroceder en los proximos meses ante la bajada del consumo. La temida deflación. Veremos falta de crédito y un mayor endurecimiento de las condiciones para las concesiones de los mismos. Veremos crecer el paro en la construcción y servicios. Las reformas y obras de acondicionamiento de locales serán un saldo ante la mano de obra excedente. Veremos un parón en la entrada de pagapensiones e incluso es posible que un descenso de esta población. Las remesas al extranjero se reducirán de manera importante. Veremos crecer la jovenlandesesidad, ante los bancos, de la enorme deuda hipotecaria acumulada por las familias. Veremos un aumento de la pequeña delincuencia. La de la subsistencia.
¿Qué alternativa tendremos despues de haber convertido nuestra economía en ladrillo-dependiente?