Reforma laboral y clima de trabajo

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Madmaxista
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Reforma laboral y clima de trabajo


Más allá de la sangría monetaria y la ola de despidos que trae consigo el último gran ataque del poder financiero al Estado de Derecho, cabría realizar un análisis a vuela pluma sobre las condiciones en que la reforma laboral deja a todas las empresas con más o menos asalariados, su estructura piramidal con cadena de mando y las relaciones que se generan entre unos y otros.


Afortunado el esclavo

El miedo ha terminado por robar cualquier rastro de prudencia en los mandos. Ya no es necesario guardar las formas al dirigirse al trabajador, es más, el mobbing o acoso laboral se constituye como un importante aderezo del ambiente de trabajo en cada jornada. Cada vez se gana menos y trabaja más, y no debe pasársele por la cabeza al currito enfrentarse a la empresa, por mucha razón que tenga, dado que el paro no hace sino crecer y probablemente no encuentre otro lugar donde ganarse al pan, o sí lo haga, pero con mucha suerte, y firmando un contrato mil veces peor... Así pues, las amenzas de despido, las llamadas al orden para convencerle de que no está trabajando bien, los gritos, o la extesión de rumores acerca de su poca valía, deben ser tragados hasta alcanzar la depresión clínica y dar gracias a los patrones por tan generosas actitudes.


Trabajador vs. trabajador

Dado que aquellas actitudes se asientan tácitamente como nueva estrategia de la empresa, cualquiera puede ser despreciado, insultado o vejado. El malestar y el estrés culminan en el umbral de agotamiento; en esta situación, cualquier comentario o rumor acerca de un director o un compañero puede significar un grave conflicto. Una ley del silencio se instaura en la empresa. Nadie habla con nadie acerca del percal, y si uno lo hace, no hallará respuesta ni consuelo, y mucho menos apoyo.

El desequilibrio anímico provoca monstruos y la sensación de supervivencia aisla a cada cual en un trasunto de desconfianzas, sospechas y visión borrosa. Puede que el compañero con quien tomo el café esté echando horas extras sin decirme nada, o encargándose de aquel proyecto que a mí me rechazaron. Cualquier cosa es posible, los fantasmas atraviesan las paredes de los despachos y, quien más quien menos, ya son un buen número los que se sienten cadáveres laborales, con la hoja de despido a final de mes y la foto de sus hijos como único asidero en un nicho donde la ética, la verdad y la razón fueron enterradas hace ya demasiado tiempo.


Extinción de ideas

Con el sueño de la razón, la creatividad desaparece. La imaginación y los impulsos emprendedores deben ser arrancados de raíz. Los métodos varían según la circunstancia; si una idea es útil y puede aportar beneficios, será copiada por los mandos y su creador apartado. Si se comenta entre los compañeros, puede que suceda algo parecido: el miedo al hambre y la foto de la familia cumplen su función moralizante dentro de la inmoralidad.

Es decir que, si de alguna forma existe un nuevo proyecto que logra filtrarse a pesar de la ley del silencio, existen muchas probabilidades de que dicho proyecto acabe en un lugar inesperado, en otro punto alejado en el tiempo, lo suficientemente desvinculado de aquel emprendedor que tanto daño hacía a la empresa, los compañeros y a sí mismo, al no dejarse ayudar por los servicios de apoyo psicológico (situación descrita con toda su crudeza en el film La cuestión humana. Nicolas Klotz, 2007, que recomendamos).

En otras ocasiones, los trabajos se anulan directamente. Las ideas se vuelven peligrosas y sus autores, también. Puede que generen beneficios y que no enciendan la paranoia entre los compañeros, pero no siguen la línea marcada por los objetivos generales. No es válida, no cabe, está fuera de lugar. Y ahora, lo que piensen los jefes, ha ganado peso. O recuperado, podríamos decir, si nos remontamos a los derechos vigentes en el siglo XIX.


Tráfico de datos

Llegados a estos límites, ¿podría alguien huir directamente en busca de un mejor ambiente? Aunque el clima de insalubridad parece que se ha extendido por doquier, siempre queda la esperanza de volver a empezar, aplicar lo aprendido con un horizonte nuevo, incluso mejorar el estado de ánimo. No obstante, también se van dando pasos para limitar esta capacidad de maniobra. En febrero, por ejemplo, nos contaban que el Supremo daba luz verde a la comercialización de datos personales sin pedir permiso.

Terrible precedente, que en realidad transforma en leyes algo que venía ocurriendo desde siempre. Según el ámbito laboral, los datos sobre las cualidades de cada trabajador van y vienen. Unas veces para bien, otras muchas para mal. Así, la situación de mobbing padecida en un centro en concreto pasa a formar parte de todo el sector marco de ese centro. ¿Nueva formación para cambiar de sector? ¿Cursos del paro? ¿Renunciar a años pasados de carrera laboral? Por supuesto. La "formación constante" no sólo es necesaria, sino hasta divertida: "es mucho más hermoso cambiar y aceptar desafíos", que dijo el hombre de Goldman Sachs en Italia...


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