Vivo en un poligano

amenhotep

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Parte I:
Vivo en un “Polígano”

Posted by Maximiliano Bernabé Guerrero on Marzo 26, 2010 · 23 comentarios

Vivo en un Polígono. Esto no es una confesión de marginalidad, ni mucho menos. Es un barrio en todo asimilable a cualquier otro, de hecho compramos la vivienda en éste por su precio un poco más bajo que en otras zonas más céntricas, no por amor al riesgo. Es un barrio que creció al lado de uno de los llamados polos de descongestión industrial de la década de 1960 -el de Toledo-, es por eso que, a pesar de tener otro nombre más respetable, se le conoce como “El Polígono”. Por lo demás, en lo práctico, no le queda demasiado de aquel carácter. La mayor parte de la población se ocupa en el sector terciario. Todo esto para ilustrar cómo el Polígono se transforma en “El Polígano” en virtud de las directrices de nuestros responsables educativos. Hablamos de la llamada adaptación del centro al medio, a un medio que incluso no existe como tal, dentro del marco de la autonomía de los centros.

Haciendo unos pocos kilómetros, tengo mi puesto en un instituto de un pueblo de unos 5.000 habitantes, de economía predominantemente agrícola y ganadera, con alguna pequeña industria. En los últimos años, y hasta hace aproximadamente uno, se hizo dinero, no sé si fácil, con actividades relacionadas con la construcción. Recuerdo que en una visita de nuestro inspector , tras soltar la carga prevista de doctrina pedagógica logse-loesiana, hizo una advertencia mucho más clara que los fárragos que había desembuchado poco antes: a la hora de calificar y evaluar había que tener en cuenta que nuestro pueblo es eso, un pueblo, que por ello el nivel cultural de sus habitantes es bajo, que ahora (hace tres años) manejan mucho dinero porque muchos son albañiles y que sus hijos, mis alumnos, salen tres noches a la semana con más de cien euros en el bolsillo cada una. Por esta razón, nada de clases magistrales ni aprendizaje memorístico, mucho menos hablar de cosas que les sean lejanas en el tiempo o en el espacio. El encadenamiento perversamente lógico del señor inspector parece aplastante: Poca cultura, albañilería, billetes, no hay que pedir mucho. ¿Significa esto que dependiendo de donde viva uno se le da un tipo de enseñanza? ¿Sucede esto en el sistema público español, en sus diecisiete sistemillas autonómicos? Al parecer, así es.

Volvamos ahora a mi barrio, concretamente a su aspecto más divertido, sus fiestas de mediados de Junio. A lo largo de varios años he venido observando que las actividades que se organizan para los adolescentes imitan descaradamente lo que alguien supone que hacen los chavales marginales en las ciudades de los Estados Unidos de América. Se trata de “hip-hop” con letras sobre violencia y delincuentes, pintadas en muros desconchados (como ya no tenemos de eso, se levantan de cartón piedra y luego se desmontan) a las que se llaman “grafitti”. Incluso el periódico del barrio organiza algo con los chicos de uno de los dos institutos llamado “Observatorio de no sé qué” en el que aparecen temas de convivencia educativa, es decir casos de gamberrismo, ante los que hay que adoptar “medidas educativas”. Como si a un sujeto que roba en una frutería, en vez de aplicarle las normas penales tuvieran que imponerle una supuesta ley frutera. En alguno de los ejemplares de esta publicación he llegado a leer que los profesores deben ser lúdicos y no aburrir a los chicos, porque, si no, estos reaccionan y pasa lo que pasa. En otros barrios más céntricos, durante sus fiestas, no es que estén exentos de estas bazofias, pero también organizan concursos literarios, conciertos de coros o qué sé yo. Y todo ello, lo que sucede en mi barrio, en virtud de una supuesta, más falsa que Judas por otro lado, mística obrerista suburbial. Una mística surgida no ha mucho, porque los movimientos obreros de verdad, a principios del s. XX, lo que pretendían era exactamente lo contrario, emancipar a las masas trabajadoras. La cultura era una de las salidas. Alejar al obrero de la taberna y llevarlo a la biblioteca. No sé, estoy pensando ahora en las novelas de Zola y otros. Pues aquí, en el “Polígono”, en el que unos cuantos se esfuerzan por recrear una realidad virtual, se trata de lo contrario, de encauzar a las generaciones jóvenes hacia la degradación educativa, social y hasta personal. Hacia una especie de chabolismo metafísico. Si a alguien metido en toda esta mitología del suburbio, en un momento de flaqueza mental, pues siempre me propongo no entrar al trapo, le hago alguna de estas observaciones, por supuesto que no tan extensa, porque no quiero ser linchado como fin de fiesta en las verbenas del barrio, invariablemente me suelta algo del tipo: “Lo que pasa es que eres un rancio y un elitista”; o: “¡Qué pesado! Siempre quejándote, pero si ahora los institutos tienen de todo, todos los niños van con ordenador”. En lo segundo estoy de acuerdo. En lo primero, ya voy a acabar por pensar que también. El caso es que nunca en la Historia de la enseñanza en España, con tantos medios se ha logrado tan poco.

Para seguir hablando de un servidor, hice el Bachillerato en Alcalá de Henares, entre 1986 y 1989. Entonces tenía unos 180.000 habitantes y contaba con cinco institutos, entre BUP y Formación Profesional. Hoy día vivo en Toledo, unos 80.000 habitantes, y nueve institutos. ¿Qué sucedía entonces? El palabro ese de las “ratios” no lo conocíamos. Tampoco sabíamos que estábamos masificados, pero en cada aula se apiñaban más de cuarenta alumnos, en dos turnos. En las puertas no había candados, ni tampoco existían decenas de normas para no cumplir. En su lugar, libertad y respeto entre profesores y estudiantes, y eso que en el recreo nadie te impedía salir para ir a algún bar del vecindario a tomar una caña. Nunca terminaré de agradecer a los profesores de aquel Instituto de Bachillerato Complutense gran parte de lo que he llegado a ser, o a no ser, hoy, después de unas cuantas derrotas. Igual que a los del Colegio Público Dulcinea, de la misma localidad. Si alguno lee esto, que se dé por aludido y que se quede con mi admiración y mi cariño. En un entorno social que, a veces, no era el mejor supieron inculcarme el amor al saber, y la disciplina del esfuerzo.

Y a lo que iba, que no quiero dispersarme más: todo esto para decir que esa majadería que recoge tantos aplausos en los saraos y conferencias educativos, ésa de que “la escuela ha de ser un espejo de la sociedad” es una de las sencilladas más perversas que los siglos han visto. La escuela debe ser un faro que ilumine. Si no es así, al que le toque vivir en un polígono, sólo le queda jorobarse, con perdón.
Fuente:Vivo en un “Polígano” DESEDUCATIVOS
 
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amenhotep

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Parte II:
Este fue el título de un escrito mío de finales del invierno pasado, y ahora emprendo la segunda parte de la saga sobre mi barrio. No es que pretenda emular a nuestra ilustre compañera Luisa J., cuya maestría, incluso lirismo, en “Elogio y Vindicación del Profesor” sé que no puedo igualar. Mi terreno es el esperpento, y a eso voy, a intentar describir las nuevas clases sociales que han ido surgiendo en mi barrio periférico toledano, extrapolables a otros muchos en esta España de nuevos ricos. Y a cómo se relacionan con la Enseñanza.

Los Junkers: Integran este grupo, principalmente, albañiles, instaladores de sistemas de calefacción y aire acondicionado y profesionales de la remodelación y reforma de viviendas. Su poderío económico creció vertiginosamente en la década que va de 1998 a 2008, y, como la clase de aristócratas terratenientes prusianos que le da nombre, han acaparado fincas, en este caso viviendas de protección oficial, que han copado a precios muy apañaditos debido a que, a pesar de que han ingresado sacos de billetes, la mayor parte entran en eso que se llama la economía sumergida, que tan raro nos suena, a pesar de que nos rodea, y casi todos figuran en los papeles en la casi indigencia. Indigentes oficiales que han invertido gran parte de sus ganancias en apartamentos en Torrevieja y, sobre todo, en gigantescos vehículos todoterreno, pues un rasgo inherente a su casta es ocupar la acera de forma ostentosa cuando llevan o traen a sus retoños a la escuela, distante esta dos manzanas de su vivienda VPO. Sus temas de conversación suelen ser fijos y definitorios:

-El vestidor que se han hecho anejo al dormitorio principal, digno tanto en obra como en contenido de ser comparado con Versalles o Postdam.

-El viaje fantástico que acaban de realizar a la República Dominicana, Cuba o Yucatán, su comparación con el del año pasado, lo buenorros/as que están algunos nativos, a los que solo han entrevisto entre los empleados del “resort”.

-Lo vagos que son los maestros y profesores, que tienen muchas vacaciones y, además, no consiguen motivar y hacer que Jonathan y Yumalae “promoncionen”, que eso es lo que les ha dicho la orientadora. Esta sí que es una chica muy comprometida, miembra de dos oenegés del barrio, que les ha dicho que no se “rayen”, que luego lo van a conseguir tó en un sitio que se llama el pecepeí.

Su poderío y el tamaño de los 4×4 que se compran, pero no su verborrea, han disminuido considerablemente desde que nos instalamos en esta crisis.

La Haute Bourgeoisie: No tienen el pedigrí aristocrático de los anteriores, no han visto tampoco tantos sacos de billetes, aunque el hecho de que las talegas que pasan bajo sus narices hayan sido ganadas de modo menos laborioso, ha propiciado que esta clase haya sido engrosada por bastantes desertores de los junkers. Su ocupación laboral principal son “las bolsas”, también conocida como la mamandurria. Me explico, son las denominadas bolsas de trabajo de organismos públicos y afines. Los haut bourgeois son inquilinos (algunos dicen “aquilinos”) perpetuos de las listas de interinos y periódicamente tienen que pasar por un misterio iniciático llamado “la oposición”, donde con solo firmar un papelillo obtienen otra prórroga de permanencia en la mamandurria. A pesar de esta sencillez, según ellos, esta firma constituye una humillación sin parangón. Con esa firmita se blindan y se impide que esos curros salgan a la libre competencia o a un sistema de oposiciones libre. Tienen querencia por asentar sus reales en los “endosados” con piscina comunitaria, y los temas de conversación y las preferencias automovilísticas coinciden casi plenamente con las de los junkers. Con dos salvedades:

-Además de los carrazos 4×4 hay un sector disidente, más fino, que se inclina por los BMW, Audi y Mercedes de reventa, importados. Algunos no salen mal de precio, pueden estar un poco cascados y hasta haber sido taxis en Berlín, pero lo que cuenta es que los vecinos vean la marca.

-Los comentarios sobre los profesores de Kevin y Jessica se escoran por este lado: “Yo sus comprendo a vusotros, “decentes”, porque yo también soy empleao público. Lo que pasa es que tenís que dejarsus de libracos y convertirsus en profesionales globalificados, multifuncionales y poligestores comprometíos, eso sí, y enchufaos a las nuevas ticnologías. Entonces ya verás cómo aprueban tós los chavales”

La crisis les ha afectado menos que a los anteriores.

La gentry: Como sus congéneres británicos, son lo más de lo más, al menos para el barrio. Aunque es menester decir que la gran mayoría de ellos no reside en el “polígano”, con el que mantienen una relación ambivalente: No se cansan de proclamar que ellos salieron de allí, lo que es cierto, su origen es bastante humilde, pero no lo pisan mucho, para no mancharse. Lograron sobresalir de la aristocracia de menor rango gracias a sus contactos con los grupos políticos, los “interlocutores sociales” y los resortes de poder autonómicos. Al decir de algunos, en los “años buenos” se hicieron con muchos locales de los bajos de las promociones de vivienda protegida, latifundios que luego vendieron y alquilaron de forma muy ventajosa, el oro fluyó a sus mansiones, y ellos mismos se hicieron promotores. Su vinculación actual con el barrio viene porque son los ideólogos del “Poliganismo”, doctrina que reparten desde los órganos de opinión progresistas, desde ONGs y asociaciones varias, desde algún que otro club de paddle, y desde muchas barras de pilinguiclús de carretera. Esta se resume en que aquellos que osan cuestionar el poder de los estamentos descritos más arriba son unos peligrosos reaccionarios, unos Muy de derechas neocón, unos elitistas que no quieren que el pueblo progrese, vendidos al gran capital de las hipotecas basura americanas, verdaderos causantes de la crisis, y no el lejano Señor Zetapé, augusto patrón de estas cohortes nobiliarias. Viven en lujosos chalets y se compran los coches que les da la gana, que para eso son ricos. Los destinos de sus viajes de asueto son variados: fiordos noruegos, Patagonia chilena, el Índico, la Polinesia francesa… A las asociaciones del barrio suelen llevar como regalito algún licor exótico que amarillea en una estantería hasta que se lo bebe la señora de la limpieza y lo sustituye por friegasuelos. Opinan que los maestros y profesores de centros públicos son unos “chafados” a la antigua, rémoras nostálgicas del franquismo, y por eso llevan a Alan y a Samantha a un colegio privado carísimo, unas veces de monjitas y otras de pedagogos progres y laicos. La crisis solo les ha afectado en que ahora pagan un poco más por el amarre de su yate.

Los mamelucos: Al igual que aquella milicia de esclavos y mercenarios que rigió Egipto durante varios siglos, tiran de fierro, navaja o pistola, con pasmosa facilidad. Como aristocracia guerrera que son, controlan actividades benéficas tales como el mercadeo de esas sustancias de la felicidad llamadas estupefacientes, visitas nocturnas a los polígonos industriales, el reciclado del cobre de las instalaciones eléctricas, etc. Históricamente han sido los beneficiarios exclusivos de bloques de viviendas que cada veinte años, gracias a las influencias de la gentry, se les regala, pagados eso sí, con las contribuciones del Tercer Estado, los plebeyos. Veinte años es lo que tardan en desguazar completamente un edificio y en dejarlo digno de un suburbio de Kabul. Al contrario que todos los anteriores, y para desgracia de sus vecinos plebeyos, no suelen salir mucho del barrio, excepto cuando van a descansar temporadas a Alcalá-Meco, Ocaña II, Sangonera, Alhaurín y otros establecimientos de esta cadena hotelera. En la automoción, sus preferencias se reparten entre grandes furgonetones blancos y veloces coches amarillos con las lunas tintadas. A los profesores del Richard y la Jennifer se lo han dicho bien clarito: “Como no “estitulen” los churumbeles, so racista, es por tu culpa, y nos quiten la ayuda, te vamos a rajar las ruedas del coche, o te vamos a rajar a ti. Que sabemos donde vives. Que eres mú malo y mú racista, no como el señorito inspector que habló con nosotros el otro día, que ese sí es bueno”.

Y hecho este recuento; ¿No hay más habitantes en el Polígono? Naturalmente que sí, la mayoría son plebeyos, incluidos maestros y profesores. Como en la víspera de la Revolución Francesa, este Tercer Estado es mayoritario, aunque se le oye poco, porque no se atreve a protestar, ocupado como está en pagar los dispendios de los aristócratas y soportar sus malos modos. ¿Para cuándo alguien inventará una guillotina eléctrica?
Vivo en un “Polígano” II: la aristocracia DESEDUCATIVOS
 
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ransomraff

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Es un barrio que creció al lado de uno de los llamados polos de descongestión industrial de la década de 1960 -el de Toledo-, es por eso que, a pesar de tener otro nombre más respetable, se le conoce como “El Polígono”. Por lo demás, en lo práctico, no le queda demasiado de aquel carácter. La mayor parte de la población se ocupa en el sector terciario.
Viven junto a un poligono industrial pero trabajan en el sector terciario, no en el secundario propio de la industria.
Deja muy claro como son el 95% de los poligonos industriales.

Y lo peor de todo es que lo dice como si nada, sin darle importancia, como lo mas normal del mundo, sin ponerlo en negrita y como algo positivo, "somos decentes, trabajamos en el sector terciarios, en oficinas, con corbata".
 

Adenosin82

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Yo creo que se refiere a polígonos que ya no son polígonos, como el Polígono de las Mercedes en Madrid, que tiene un montón de vivienda nueva (y bueno, también algo de fábricas, creo, pero fundamentalmente tiene vivienda nueva y oficinas) o el polígono de Torrejón de Ardoz al sur de la vía, donde queda Indra y poco más y en general hay o descampados o también mucha vivienda nueva.

O esa impresión me ha dado a mi.
 

davitin

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Jajajjaja, que panzada a reir me he pegado jejejej

Totalmente cierto.
 

Sealand

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Entre besugos y merluzos
Triste pero cierto, muchas gracias por el aporte.

Lo he leído por segunda segunda vez... y sigo con la misma desazón que tengo después de ver callejeros. Resulta que somos una clase media que lleva sobre sus hombros el peso del estado al que mantiene con sus impuestos sus impuestos y a la que parasitan dos castas sociales que viven inmediatamente debajo y encima de ella: una de intocables y otra de privilegiados. Los últimos nos mantienen vivos para que consumamos, paguemos impuestos e hipotecas. Los segundos son las víctimas de este sistema tan injusto y por ello a nosotros nos corresponde recompensarles por las desigualdades.

Se aprende en primer lugar con el ejemplo, esos chavales verán del "polígano" ven que mientras unos trabajan como personas de color, viven hacinados en pisos compartidos y no tienen derecho a nada más que guardar silencio; otros tienen acceso a las viviendas sociales, comen gratis en la escuela, conducen cochazos, no dan palo al agua... no hay que ser un estudiante de matrícula de honor para ver dónde les espera un futuro mejor.
 
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BABY

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¿Sabéis que es lo peor?. Que se queda corto.
 

Viviendo Digno

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Esta es la verdadera capitulación de la sociedad española.

No hay buen futuro posible.
 

Boby

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Brutalmente cierto.

Como en la víspera de la Revolución Francesa, este Tercer Estado es mayoritario, aunque se le oye poco, porque no se atreve a protestar, ocupado como está en pagar los dispendios de los aristócratas y soportar sus malos modos. ¿Para cuándo alguien inventará una guillotina eléctrica?
Que dios lo "hoyga"...
 

cuatro.g

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3rd rock from the sun
Jojo que panzada de reir.:XX:


Aunque pensándolo bien no sé de que narices me río si esto es para llorar.

La elección de los nombres de los críos de los distintos estamentos ya es de por sí una polaroid a todo color. :D
 
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Jauja
Y todas estas nuevas castas (por otro lado, eternas en España) tienen a su princesa

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