anduriña
Madmaxista
- Desde
- 13 Ene 2009
- Mensajes
- 2.640
- Reputación
- 6.241
Una de las cosas que más he repetido al hablar de posibles reformas laborales que necesitamos en España es que debemos combinar medidas que añadan más flexibilidad con políticas agresivas de formación laboral. Si alguien pierde su trabajo y no tiene formación adecuada para encontrar otro empleo, el estado debe ayudarle a reciclarse a golpe de cursillos y talleres a mansalva. Todo esto debería asegurar que esa criatura mitológica del sistema laboral español (el parado de más de cincuenta años - colectivo que es infinitamente más pequeño y menos vulnerable que el grupo realmente masacrado por la crisis, los menores de treinta) sobreviva a la recesión.
Todo esto suena estupendamente. De hecho, si me preguntáis hace un mes, os digo que lo de arriba es perfectamente correcto y que es lo que demos aplicar. El problema, claro está, es que me parece que estaba equivocado.
Hasta hace unos años, Suecia era el país que de lejos más invertía en políticas de formación para desempleados - un 3% del PIB, una cantidad descomunal. A pesar de ello, el desempleo en el país era tozudamente más elevado que sus vecinos nórdicos (aun siendo estelar para lo que se estila en España), así que se decidieron estudiar qué políticas funcionaban mejor. Barbara Sianesi publicó un excelente artículo intentando responder esta pregunta.
La idea es comparar cuatro programas de ayuda a los desempleados, comparando su efectividad (*) y coste. En orden de más barato a más caro, tenemos seis medidas posibles:
No hacer absolutamente nada, aparte del subsidio de paro: Coste cero para las arcas públicas. El parado se las tiene que arreglarlas por sí solo.
Subvencionar parcialmente salarios: el estado ayuda a que el parado encuentre trabajo pagándole parte del sueldo cuando encuentre algo. Básicamente, una subvención a los empresarios que contraten parados.
Cursillos de formación continua: trabajas para una empresa unos meses, mientras te dan cursillos de reciclaje.
Empleo público temporal: el estado te da un trabajo unos cuantos meses, haciendo algo útil. Presuntamente.
Empleo público fijo: lo mismo, pero dura unos años.
Reciclaje profesional profundo: cursos y más cursos de formación especializada, reciclándote mucho.
Ahora, sin hacer trampas, intentar deducir el orden de efectividad de estas medidas. Lo tenéis fácil, ya sabéis de antemano que estaba equivocado. En orden, de más efectivo a menos:
Subvencionar parcialmente salarios.
Empatado: cursillos de formación continua, empleo público temporal o no hacer nada.
Empatado: empleo público fijo, reciclaje profesional profundo.
No, no estoy bromeando. La experiencia sueca demuestra (y de hecho, prácticamente toda la literatura sobre el tema va en la misma dirección - creedme, he buscado) que es más efectivo (*) no hacer absolutamente nada que enviar a todos tus parados a cursillos donde aprendan a utilizar los internets y el Wordperfect.
¿Por qué sucede esto? En gran medida, por algo que todos sabemos de forma intuitiva: es muy difícil aprender idiomas después de los treinta. Quien dice idiomas, dice contabilidad financiera obtusa o conceptos teóricos de tecnología verde - nuestro cerebro no es demasiado eficiente aprendiendo cosas nuevas en clase a partir de cierta edad. Lo que sí sabemos hacer bien, sin embargo, es aplicar nuestra experencia pasada a problemas distintos; en otras palabras, aprender a hacer cosas sobre la marcha.
Los empresarios parecen saber esto, y no se toman los parados que han pasado por cursillos demasiado en serio. Los meses que han estado en dique seco no ha aumentado su capital humano, sino que lo ha disminuido - han “perdido” experiencia dedido a su inactividad, perdiendo el tiempo en algo que no mejorará su productividad. Mientras tanto, estos mismos empresarios no tienen demasiados problemas para dar una oportunidad a alguien que aprenda más o menos rápido, si le dan el empujoncito salarial público mientras se adapta a los nuevos tiempos.
¿Conclusiones? Primero, que tengo que acostumbrarme (otra vez) a que antes de defender una postura, uno debe saber de lo que habla. Segundo, el mercado laboral es cualquier cosa menos intuitivo, así que más vale ir con pies de plomo antes de dar una afirmación categórica. Subir el salario mínimo puede tanto crear empleo como destruir puestos de trabajo, por ejemplo, según el punto de partida y el coste de oportunidad de empezar a trabajar (sí, tiene costes -pero eso es para otro artículo). Tercero, y más importante, más vale que no me hagáis demasiado caso. A veces no sé de qué hablo.
(*): una nota sobre lo que se considera “éxito” en este estudio: la base de datos compara el estado laboral de todo el mundo que pasó por el sistema de desempleo en 1994, y cuál era su situación en 1999, especialmente prestando atención a si su empleo es estable. Suecia reformó su sistema, rebajando el gasto en políticas activas de empleo en un 75% (de un 2% del PIB en 1994 a 0,5% el 2004). El desempleo también bajó.
Y estos resultados (repito) no se restringen a Suecia - los estudios en otros países han dado cifras parecidas.
Por cierto, el hecho que dar subsidios al empleo sea lo más barato y efectivo no quiere decir que tengamos que hacerlo necesariamente. Si nos “cuesta” $100 conseguir un empleo a alguien con subsidios, y $50 mediante estímulo fiscal (digamos, construir líneas de tren a espuertas o rebajar impuestos a gente pobre), quizás es mejor hacer vías de tren. Si sólo estamos haciendo políticas activas de empleo, sin embargo, es de lejos la solución más eficaz.
This entry was posted on Tuesday, April 27th, 2010 at 4:56 am and is filed under economía, ingeniería institucional . You can amow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.
Club Lorem Ipsum :: Materias Grises Archivo El mito de las políticas de empleo
El artículo de Barbara Sianesi al que se refiere es éste:
MIT Press Journals - Review of Economics and Statistics - Abstract
Todo esto suena estupendamente. De hecho, si me preguntáis hace un mes, os digo que lo de arriba es perfectamente correcto y que es lo que demos aplicar. El problema, claro está, es que me parece que estaba equivocado.
Hasta hace unos años, Suecia era el país que de lejos más invertía en políticas de formación para desempleados - un 3% del PIB, una cantidad descomunal. A pesar de ello, el desempleo en el país era tozudamente más elevado que sus vecinos nórdicos (aun siendo estelar para lo que se estila en España), así que se decidieron estudiar qué políticas funcionaban mejor. Barbara Sianesi publicó un excelente artículo intentando responder esta pregunta.
La idea es comparar cuatro programas de ayuda a los desempleados, comparando su efectividad (*) y coste. En orden de más barato a más caro, tenemos seis medidas posibles:
No hacer absolutamente nada, aparte del subsidio de paro: Coste cero para las arcas públicas. El parado se las tiene que arreglarlas por sí solo.
Subvencionar parcialmente salarios: el estado ayuda a que el parado encuentre trabajo pagándole parte del sueldo cuando encuentre algo. Básicamente, una subvención a los empresarios que contraten parados.
Cursillos de formación continua: trabajas para una empresa unos meses, mientras te dan cursillos de reciclaje.
Empleo público temporal: el estado te da un trabajo unos cuantos meses, haciendo algo útil. Presuntamente.
Empleo público fijo: lo mismo, pero dura unos años.
Reciclaje profesional profundo: cursos y más cursos de formación especializada, reciclándote mucho.
Ahora, sin hacer trampas, intentar deducir el orden de efectividad de estas medidas. Lo tenéis fácil, ya sabéis de antemano que estaba equivocado. En orden, de más efectivo a menos:
Subvencionar parcialmente salarios.
Empatado: cursillos de formación continua, empleo público temporal o no hacer nada.
Empatado: empleo público fijo, reciclaje profesional profundo.
No, no estoy bromeando. La experiencia sueca demuestra (y de hecho, prácticamente toda la literatura sobre el tema va en la misma dirección - creedme, he buscado) que es más efectivo (*) no hacer absolutamente nada que enviar a todos tus parados a cursillos donde aprendan a utilizar los internets y el Wordperfect.
¿Por qué sucede esto? En gran medida, por algo que todos sabemos de forma intuitiva: es muy difícil aprender idiomas después de los treinta. Quien dice idiomas, dice contabilidad financiera obtusa o conceptos teóricos de tecnología verde - nuestro cerebro no es demasiado eficiente aprendiendo cosas nuevas en clase a partir de cierta edad. Lo que sí sabemos hacer bien, sin embargo, es aplicar nuestra experencia pasada a problemas distintos; en otras palabras, aprender a hacer cosas sobre la marcha.
Los empresarios parecen saber esto, y no se toman los parados que han pasado por cursillos demasiado en serio. Los meses que han estado en dique seco no ha aumentado su capital humano, sino que lo ha disminuido - han “perdido” experiencia dedido a su inactividad, perdiendo el tiempo en algo que no mejorará su productividad. Mientras tanto, estos mismos empresarios no tienen demasiados problemas para dar una oportunidad a alguien que aprenda más o menos rápido, si le dan el empujoncito salarial público mientras se adapta a los nuevos tiempos.
¿Conclusiones? Primero, que tengo que acostumbrarme (otra vez) a que antes de defender una postura, uno debe saber de lo que habla. Segundo, el mercado laboral es cualquier cosa menos intuitivo, así que más vale ir con pies de plomo antes de dar una afirmación categórica. Subir el salario mínimo puede tanto crear empleo como destruir puestos de trabajo, por ejemplo, según el punto de partida y el coste de oportunidad de empezar a trabajar (sí, tiene costes -pero eso es para otro artículo). Tercero, y más importante, más vale que no me hagáis demasiado caso. A veces no sé de qué hablo.
(*): una nota sobre lo que se considera “éxito” en este estudio: la base de datos compara el estado laboral de todo el mundo que pasó por el sistema de desempleo en 1994, y cuál era su situación en 1999, especialmente prestando atención a si su empleo es estable. Suecia reformó su sistema, rebajando el gasto en políticas activas de empleo en un 75% (de un 2% del PIB en 1994 a 0,5% el 2004). El desempleo también bajó.
Y estos resultados (repito) no se restringen a Suecia - los estudios en otros países han dado cifras parecidas.
Por cierto, el hecho que dar subsidios al empleo sea lo más barato y efectivo no quiere decir que tengamos que hacerlo necesariamente. Si nos “cuesta” $100 conseguir un empleo a alguien con subsidios, y $50 mediante estímulo fiscal (digamos, construir líneas de tren a espuertas o rebajar impuestos a gente pobre), quizás es mejor hacer vías de tren. Si sólo estamos haciendo políticas activas de empleo, sin embargo, es de lejos la solución más eficaz.
This entry was posted on Tuesday, April 27th, 2010 at 4:56 am and is filed under economía, ingeniería institucional . You can amow any responses to this entry through the RSS 2.0 feed. You can leave a response, or trackback from your own site.
Club Lorem Ipsum :: Materias Grises Archivo El mito de las políticas de empleo
El artículo de Barbara Sianesi al que se refiere es éste:
MIT Press Journals - Review of Economics and Statistics - Abstract