Fekete: la desconfianza en el dólar causará un "colapso monetario"

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Buen artículo-resumen sobre las ideas de Fekete acerca de la situación de "backwardation" en el mercado del oro y su influencia en el dólar y en el sistema monetario internacional, que supongo que será muy del gusto de este ilustre foro por sus tintes madmaxistas, por otra parte habituales en el autor.

Fekete: la desconfianza en el dólar causará un "colapso monetario"

El oro es protagonista, tras superar los 1.000 dólares por onza, disparando los análisis sobre esta cuestión. El profesor Fekete, uno de los mayores expertos monetarios, insiste en la posible quiebra del mercado del oro y, por ende, el sistema monetario internacional.

“¿Es una buena o una mala señal para la economía?”, se preguntaba la revista Time. Se habla de la depreciación del dólar o de la compra de oro de China como causa. Para algunos portales, se trata de una clara señal de que el oro gana la batalla al dinero oficial de curso legal.

Peter Schiff aprovechaba para repetir sus previsiones sobre el futuro precio del oro, que podría alcanzar los 2.000, 3.000 e, incluso, los 4.000 dólares por onza. Otros restaban importancia a la artificial y carente de sentido "frontera" de los 1.000 dólares, poniendo la referencia importante en el anterior máximo (1.033,90 dólares).

Sea como fuere, lo que es indudable es que, a pesar de que el actual sistema monetario, desde la ruptura de los acuerdos de Bretton Woods en 1971, lleva más de 30 años sin tener ninguna ligazón con el oro, éste parece no haber perdido ninguna vigencia.

Y es que, como señalan los defensores de un sistema monetario basado en el oro -donde el dinero que circula en una economía depende de algo más que de la voluntad de unos pocos planificadores- el metal amarillo sigue siendo el mejor dinero posible. ¿Y esto por qué? Porque, argumentan, cumple mejor que ningún otro bien las cualidades que se requieren para desempeñar las funciones básicas del dinero, a saber: servir como depósito de valor (que conserve el valor a lo largo del tiempo y sea estable) y como medio de cambio para realizar transacciones.

Pero, ¿cómo puede ser esto si en la actualidad todo funciona mediante papel moneda? Porque el dinero no es lo que los políticos o las elites monetarias dicen que es dinero sino lo que la gente elige mediante sus decisiones económicas. Una explicación que bebe directamente del trabajo sobre el origen del dinero que escribiera a finales del XIX el fundador de la Escuela Austriaca de economía, Carl Menger.

Desde esta idea, de que el oro sigue siendo el activo monetario por excelencia junto a la plata, parte Antal E. Fekete en el análisis que presentamos a los lectores. Fekete, cuyas predicciones y perspectivas ya hemos avanzado desde LD, es profesor emérito de la Memorial University de Newfoundland, experto sobre temas monetarios y mercados de metales preciosos.

Para este economista de origen húngaro, los brotes verdes y las señales de recuperación no son más que cuentos chinos. Su particular perspectiva poco tiene que ver con la de la mayoría de académicos monetarios y analistas financieros, a quienes ha acusado en alguna ocasión de complicidad e ignorancia.

Para él, el centro y referencia de su análisis de los fenómenos monetarios, en general, y la crisis actual, en particular, reside en el oro. De hecho, califica la situación actual como una “crisis del oro”. Aquí es donde radica la originalidad del enfoque de Fekete, en utilizar al oro, dada su condición de “dinero auténtico”, como termómetro de la recesión o, de cumplirse sus pronósticos, profunda depresión.

¿Qué opina entonces Fekete de que el oro haya superado nuevamente los 1.000 dólares la onza?

Pues la verdad es que no mucho, ya que resta importancia a este hecho y piensa que el supuesto “nivel de resistencia” de 1.000 dólares por onza no es en nada diferente a otros niveles como los 300 ó 400 dólares de años anteriores. Y es que, para Fekete el precio del oro no es la mejor guía de referencia para conocer la situación y evolución, así como los fundamentales del oro, como ya explicó en el Gold & Silver Meeting de Madrid.

La razón principal es que los bancos centrales y gobiernos tienen fuertes incentivos a manipular a la baja el precio del oro, con el objetivo de disimular la mala gestión de las monedas fiduciarias de curso forzoso que realizan estas instituciones, tal y como se analizó detalladamente en LD. Recientemente, algunos como el economista Robert Murphy levantaron sospechas acerca del dispar comportamiento en una sesión entre el precio del oro y el precio de otras commodities como el petróleo, el gas natural o la plata.

Entonces, ¿qué es lo que sustituye o complementa al precio del oro como referencia de este mercado? De manera similar como sucede con las materias primas agrícolas, lo relevante para analizar los metales monetarios es lo que técnicamente se conoce como “base”, que es el diferencial entre el precio más próximo al que un bien cotiza en el mercado de futuros (forward), y su precio al contado (spot). Esta base puede ser positiva o negativa. Si ocurre lo primero, el mercado está en una situación conocida como “contango”. En cambio, si es negativa, estamos en “backwardation”.

BASE = Precio futuro (forward) – precio al contado (spot)
CONTANGO: Precio futuro > precio al contado --> BASE > 0
BACKWARDATION: Precio futuro < precio al contado --> BASE < 0

En un principio, se esperaría que en el caso del oro, como en el de la plata, el precio futuro fuera más elevado al que se paga al contado, debido a varios costes como el de almacenamiento, transporte, o el coste de oportunidad -lo que se sacrifica al adquirir y atesorar oro-. Por ello, el mercado del oro en condiciones normales es un “mercado en contango”, al contrario de lo que ocurre con las materias primas agrícolas, donde la base sigue un patrón cíclico siguiendo las épocas de siembra y cosecha.

En caso de que el oro estuviera en backwardation, es decir, que el precio futuro del oro tuviera un descuento respecto al precio al contado, eso significaría que existe una inequívoca escasez en la oferta de su suministro, un desabastecimiento del oro monetario o que los compradores no se fían de que en el futuro se pudiera entregar ese oro físico.

Por ejemplo, en esta situación (backwardation), para que me entreguen 1 onza de oro hoy debería pagar, pongamos, 1.000 dólares, mientras que para que me la entreguen dos meses más tarde debería pagar una cantidad menor, 900.

Dicho de otra manera, el oro ya no estaría disponible a la venta a ningún precio, ya sea nominado en dólares, yenes, euros o francos suizos. Esta es una situación que nunca se ha experimentado en la historia de forma sostenida, salvo que imaginemos que existe un mercado de futuros del oro en Zimbabwe, donde allí el oro no está disponible a ningún precio en dólares zimbabwenses.

Según Fekete, las implicaciones económicas de este hecho serían enormes: “El backwardation del oro sería una aberración da repelúsnte de la economía mundial”, señala, ya que “la base del oro es una prístina e incorruptible medida de la confianza, o falta de ella en caso de que sea negativa, en el papel moneda”.

En esta situación, siguiendo el ejemplo anterior, podría vender 1 onza de oro hoy a 1.000 y recomprarla mañana por 900. En condiciones normales, esto significaría un incentivo a vender oro al contado (más caro) y recomprarlo a futuro (más barato), obteniéndose así un beneficio, con lo que el backwardation tendería a eliminarse.

Riesgos monetarios

Sin embargo, de permanecer el backwardation a lo largo del tiempo, eso reflejaría la existencia de importantes y serias anomalías en el mercado del oro. Los inversores ya no confiarían en el mercado de futuros; demandarían masivamente el oro físico en el presente, sin el aumento correspondiente de su oferta en el presente, -debido a la desconfianza en el papel moneda- y no se fiarían de poder recomprarlo en el futuro.

De este modo, existiría el riesgo de que el mercado de futuros del oro acabara quebrando, llevándose consigo el enorme volumen de comercio en papel sobre el oro que éste mueve. Y como indica Fekete, de existir un backwardation permanente, este proceso sería irreversible hasta que cambiara el sistema monetario.

Las repercusiones de esto podrían ser devastadoras para el sistema monetario internacional. Por un lado, los efectos sobre el mercado “real” del oro -la industria minera- serían difícilmente previsibles. Por otro lado, argumenta Fekete que el dólar, en última instancia, sigue siendo convertible hoy ya sea por oro físico o por promesas de pago en oro (contrato de futuros). Si se cierra el mercado del oro -no hay oro físico a la venta ni al contado ni a futuro-, el dólar dejaría de ser convertible y, por tanto, quedaría definitivamente impagado.

De esta manera, “desaparecería todo fundamento racional para poseer deuda del Tesoro norteamericano (o cualquier otra deuda, pues llegados a ese punto ya no importa) […]; se retiraría la alfombra que está debajo del castillo de naipes y el sistema monetario internacional colapsaría como las torres gemelas del World Trade Center”.


Llegados a este punto, ¿cuál es la relevancia de todos estos complejos conceptos en la crisis actual? Como usted se ha podido imaginar, el backwardation del oro -un precio futuro del oro inferior al precio al contado- no es una simple historia de ciencia ficción con la que aterrorizar a las masas.

Backwardation permanente

El metal amarillo pasó a estar en backwardation el 2 de diciembre de 2008 -su base se volvió negativa-, tal y como informó dos días después un alertado, aunque no desprevenido, Fekete. Este suceso es casi inédito en la historia del mercado de futuros del oro, cuyo surgimiento data de los años 70 -no por casualidad, coincide con la ruptura de Bretton Woods-.

A pesar de que la entrada en backwardation del oro apenas ha trascendido a los medios, sí que hubo quienes se hicieron eco, como el canal canadiense Business News Networkel 8 de diciembre, donde se hizo referencia al profesor Fekete.

Días más tarde esta situación se revirtió, pero como apunta, sería extremadamente difícil que se revirtiera esta tendencia de largo plazo, donde la base del oro -es decir, la diferencia entre el precio a futuro y el precio al contado- se ha ido reduciendo paulatina y progresivamente durante más de 35 años.

“Los cambios en la tendencia, cuando se dan, son menores y transitorios. Es difícil imaginar alguna combinación de circunstancias por las que se pudiera producir una inversión de esta tendencia en la base del oro”, comenta el experto monetario. Además, otro hecho que apunta en la misma dirección es que el oro registrado en los almacenes aprobados por el Comex (la división de la Bolsa Mercantil de Nueva York destinada al mercado de futuros del oro, la plata, el aluminio y el cobre) se ha ido extinguiendo.

¿Cuál es la causa del backwardation del oro?

La principal causa tiene que ver con la falta de confianza de los agentes económicos en el papel moneda y el sistema fiduciario actual o, en otras palabras, la pésima gestión de las autoridades y “doctores monetarios”, encasillados en doctrinas económicas -tanto keynesianas como monetaristas- falaces, en la opinión de Fekete.

Esta falta de confianza se manifiesta en el aumento de la demanda de oro físico, que se ha disparado con la crisis financiera, los milmillonarios planes de estímulo y la debilidad del dólar, pero que viene de varias décadas atrás.

Como observa Fekete: “El abrumador hecho fundamental sobre el oro durante el último medio siglo ha sido siempre y constantemente la absorción de cualquier nuevo suministro de la minería por la demanda particular con el objetivo de atesorarlo [es decir, demanda monetaria del oro]. Todo el oro producido este último medio siglo (con ritmos de extracción en máximos históricos) ha desaparecido sin dejar rastro y en general sin explicación”.

Este fenómeno del atesoramiento masivo del oro en manos privadas, y no como reservas monetarias de EEUU, dio comienzo a mitad de siglo XX, como desarrolla Fekete en su artículo de 2007, donde además, afirmó que “los días del dólar están contados”.

Además, los gobiernos que en otro tiempo vendían oro, ahora están tratando de aumentar sus reservas en oro, como los casos de China, Rusia o Brasil. Así, pronostica Fekete que “en un futuro próximo, va a ser insaciable la demanda conjunta de carácter privado y gubernamental”.

Para Fekete nos enfrentamos más pronto que tarde hacia un permanente backwardation del oro. Esta amenaza no es en absoluto independiente de la crisis actual de la deuda: “La deuda agregada tal como existe hoy en día es comparable a un tren desbocado corriendo por una pendiente cuesta abajo. El tren comenzó a aumentar su velocidad cuando se le quitaron los frenos del oro en 1971. Ahora ya está acelerando más allá de cualquier límite de velocidad seguro y la colisión parece inevitable”.

Nos acercamos al último contango del oro, es decir, la última situación en la que el precio futuro del oro es mayor a su precio al contado, lo que refleja como comentábamos antes, que los inversores perciben que el oro escasea o que no se lo podrán entregar en el futuro, por lo que quieren su oro físicamente hoy, aunque tengan que pagar por él un precio más alto.

Durante las crisis anteriores, como la de los años 70, el problema de la reducción progresiva de la base se fue aplazando, poniendo parches sobre él, y desaprovechando las diferentes ocasiones “para sentarse y trabajar por una solución de carácter permanente [que consistiría en volver al oro y a la plata como sustento del sistema monetario internacional]. Como esta actitud parece haber funcionado bastante bien en el pasado, los políticos no ven razón alguna para que de nuevo no vuelva a funcionar en el futuro”.

¿Tendrán entonces razón los políticos y volverán a aplazar el problema para el futuro? La respuesta en "no", según Fekete. Ésta “va a ser diferente a todas las crisis anteriores… Va a destruir prácticamente toda la riqueza en papel y dejará prácticamente todo el capital físico improductivo. Provocará hordas de desempleados vagando por las calles, sin importarles ni la ley ni el orden, dedicados al pillaje de los hogares y las instituciones. Destrozará nuestras libertades y finalmente también nuestra civilización a no ser que comencemos a tomar acciones que lo eviten”.

¿Hay alguna alternativa a este devastador escenario?

Habría dos posibilidades para evitar el backwardation en el oro, ambas poco probables a estas alturas. La primera no es mucho más prometedora, ya que consistiría en que se disparasen los tipos de interés para que fuera atractivo vender el oro físico, cambiándolo por dólares para depositarlos en los bancos.

Sin embargo, lo que esa política traería consigo sería la destrucción de buena parte de la capacidad productiva de la economía -incluida la actividad de los bancos-, que sería incapaz de soportar tipos de interés tan altos. Si esta política pudo ser llevada a cabo en los años 80 por el presidente de la Reserva Federal (FED) de aquel entonces, Paul Volcker, fue porque la burbuja de deuda no había alcanzado las gigantescas dimensiones de hace un par de años, ni el capital de la economía se había erosionado tanto.

La segunda sí sería una solución auténtica: podría suponer un alivio importante para los tenedores de deuda, ya que supondría la retirada ordenada de la deuda a cambio de oro, evitándose una situación de “sálvese quien pueda” y caos asegurado.

Pero para ello, como sugiere Fekete a Volcker, actualmente Presidente del Consejo Asesor para la Recuperación Económica del Presidente Obama, es absolutamente necesario que el oro monetario mundial sea movilizado nuevamente, lo que podría conseguirse abriendo la casa de la moneda de EEUU a la acuñación libre e ilimitada de oro.

Para nuestro analista, todo el sistema económico internacional está abocado al colapso, haciendo tambalear con él el orden social. La única alternativa está en el oro, permitiendo al dinero que históricamente ha escogido el mercado cumplir el papel que éste le ha encomendado, pero que los políticos y “doctores monetarios” se empeñan en arrebatar.

Fuente: Fekete: la desconfianza en el dólar causará un "colapso monetario" - Libertad Digital

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Este artículo-resumen de los editores de Libertad Digital tiene como base el siguiente artículo de Fekete, recogido en el mismo diario:

Ensayo general para el último contango de oro

Ya he escrito anteriormente sobre “el último contango en Washington“. La frase cubre la crisis del oro que se ha estado gestando bajo la superficie en el mundo durante los últimos 60 años debido a las alocadas políticas que ha hecho el Tesoro de EEUU sobre el oro.

El resultado de esto ha sido que todo el oro extraído desde 1947 hasta el día de hoy equivale al oro extraído desde la primitiva minería hasta ese año. Además, todo ese nuevo oro está atesorado en manos privadas y va a ser prácticamente imposible convencerles para que lo suelten. La forma de medir esta desaparición del oro es mediante la desaparición de la base, o el último contango.

En la jerga técnica del mercado de futuros, la base es el diferencial entre el precio futuro más próximo y el precio en efectivo en la misma localización. El mercado del oro ha sido siempre un mercado de cargar y llevar (un mercado en contango) debido a su estatuto monetario. Esto quiere decir que el diferencial ha reflejado siempre el coste de carga, el coste de oportunidad y el coste de transporte, algo conocido generalmente de antemano.

Pero se ha estado manifestando un extraño fenómeno en los últimos 35 años, desde el comienzo del mercado de futuros del oro. En vez de permanecer constante, la base en cuanto porcentaje del tipo de interés se ha ido desvaneciendo paulatinamente y ahora ha caído hasta cero. Al mismo tiempo, el oro registrado en los almacenes aprobados por el Comex se ha ido extinguiendo. Ambos indicadores apuntan hacia un desabastecimiento del oro monetario que parece irreversible.

Se está comprometiendo el soporte que tiene el mercado de papel del oro. Sin oro efectivo para poderlo respaldar, el comercio en papel no es viable. En el momento en que la base del oro se vuelva negativa, será el final no sólo del contango sino también del mercado de futuros tal y como lo conocemos.

Nunca se ha experimentado una permanente backwardation en el oro (a no ser que imaginemos que hay un mercado de futuros del oro en Harare, la capital de Zimbabwe). El oro no está disponible a ningún precio en dólares de Zimbabwe. En este sentido, se puede decir que el último contango ya ha ocurrido por primera vez en Zimbabwe.

Cualquier comercio en papel sobre el oro que todavía está sucediendo en los EEUU va a ser en el mejor de los casos el ensayo general para el último contango en Washington, que será seguido a continuación por un régimen de permanente backwardation. El sentido de esto es que el oro ya no podrá ser comprado a ningún precio cotizado, en este caso, en dólares americanos.

¿Está el dólar americano compitiendo con el dólar de Zimbabwe?

Los economistas de la corriente dominante y los periodistas financieros se encogen de hombros y dicen: “¿Y qué? Nosotros nunca hacemos un seguimiento de la base del comercio de la panceta cuando hacemos política monetaria”. Pero estos caballeros muestran una enorme falta de comprensión de la naturaleza de la presente crisis financiera y económica.

Cualquier cosa que sea esta crisis es ante todo, una crisis del oro con un periodo de incubacíón medido en veintenas de años. Pero ya está próximo a alcanzar su clímax. El mundo parece estar completamente desprevenido para este suceso, siendo testigo del silencio que rodea al nexo del oro.

Aún en los sitios de Internet que se llaman a sí mismos de dinero sano están interpretando mal esta situación. Hablan de un inminente salto del precio del oro en dólares desde su patrón por debajo de los 1.000 dólares la onza. Este salto ha ocurrido de vez en cuando desde 2001, cuando se rompieron los “niveles de resistencia” de los 300 ó 400 dólares, etc.

El próximo salto no se va a distinguir por serlo a partir de los 1.000 dólares, que es una cantidad tan redonda como las anteriores que ya han sido superadas. Se va a distinguir por el hecho de que nos enfrentamos con un acontecimiento mundial como nunca antes ha sucedido. En efecto, va a ser la primera vez que el oro no esté disponible a ningún precio. Pues nunca ha sucedido que los gobiernos hayan impagado sus obligaciones de deuda de forma simultánea.

Todavía tenemos que explicar la relevancia de todo esto para la actual crisis del crédito. Ha dejado de ser un secreto que los bonos, los billetes, lo recibos y cualquier otra obligación del gobierno americano o de cualquier otro gobierno no son canjeables. Es decir, sólo son canjeables en algo que sea lo mismo.

Por ejemplo, los bonos del Tesoro sólo son canjeables por el crédito de la Reserva Federal, que a su vez está respaldado por los mismos bonos del Tesoro americano. ¿Cómo puede ser que la deuda del Tesoro siga demandándose cuando uno debe darse cuenta que el ser irredimible es lo característico de su emisión? ¿Qué es lo que hace que la gente participe en este juego de trileros? ¿Cómo puede ser que este esquema de giro de cheques sin fondos [check-kiting] haya hipnotizado a toda la población? Piensen en ello, la visión de este esquema de Ponzi haría estremecer a los Padres Fundadores de nuestra gran República.

No es una cuestión fácil de responder, pero repasando una por una todas las posibles explicaciones, hemos llegado a la conclusión de que la deuda del gobierno americano es todavía redimible en un sentido, a pesar de lo limitado o restrictivo que pueda ser. La deuda del gobierno americano tiene un mercado líquido en el que puede ser intercambiado por el crédito de la Reserva Federal [billetes nominados en dólares].

El último contango

A su vez, el crédito de la Reserva Federal todavía puede ser cambiado en mercados líquidos por oro físico, que es el último extintor de la deuda, aunque a un precio variable. Pero si se rompe este último vínculo, es decir si el oro deja de ser vendido a ningún precio en dólares americanos, entonces se retirará la alfombra que está debajo del castillo de naipes y el sistema monetario internacional colapsará como las torres gemelas del World Trade Center. Y es esta la situación con la que nos estamos enfrentando.

Mírese de este modo. Hay un casino donde unos afortunados jugadores están apostando sin ningún riesgo. Sus apuestas están “en la casa”. Ese casino es el mercado de bonos americano. Sólo hay una partida y los montones de fichas ganadas delante de cada jugador pueden volverse no canjeables a la salida cuando el melenudo padrino agite su varita mágica.

En cuanto el mercado del oro entre en su fase de permanente backwardation, desaparecerán las bases racionales de los tenedores de la deuda del Tesoro americano (o cualquier otra deuda, pues llegados a ese punto ya no importa). Entonces, todo el mundo correrá de forma alocada hacia las salidas y los poseedores de la deuda se atropellarán unos a otros para terminar muriendo mientras intentan convertir en efectivo sus ganancias.

En julio asistí a la Conferencia de Santa Colomba de 2009 en el Palazzo Mundell cerca de Siena, Italia. Había 50 personas que asistieron previa invitación de la Universidad Robert Mundell de Columbia, galardonada con el Premio Nobel de economía hace 10 años. Los invitados eran principalmente directivos de varios departamentos del tesoro y bancos centrales, embajadores, banqueros, profesores de economía monetaria, autores de monografías y editores de revistas financieras. Estaba presente Paul Volcker, antiguo funcionario del Tesoro y presidente del Consejo de la Reserva Federal.

Antes de la conferencia distribuí un par de escritos entre los participantes. Les intentaba demostrar que la naturaleza catastrófica de la crisis de crédito actual no se podía comprender si no se intentaba comprender el oro, el último extintor de la deuda.

Todos nosotros somos pasajeros de un tren que marcha en una pendiente cuesta abajo, cuyos frenos (el oro) han sido desmantelados en la cima de la colina. El tren está alcanzando una velocidad por encima de cualquier límite de seguridad y la colisión parece inevitable.

Nuestro amable anfitrión y presidente, el profesor Mundell, hizo dos referencias al oro durante los dos días de la conferencia, afirmando que excepto en los momentos de guerra, el patrón oro había sido el principal elemento que había evitado las crisis en la historia. Por supuesto, todos los sistemas monetarios tienen la costumbre de venirse abajo durante las guerras.

Ningún otro participante golpeó la pelota lanzada por Mundell. Los discursos de los otros ponentes fueron sobre los “brotes verdes”, la recuperación de la bolsa y los próximos rescates y paquetes de estímulos. Como en los escritos que había entregado a los asistentes afirmaba que esta crisis era una crisis del oro, conseguí que unas pocas personas me hicieran algunos comentarios en privado.

Aparentemente, el resto de participantes quedaron disuadidos por las tres letras de la palabra “oro”. No les merecía la pena leer las divagaciones de este personaje solitario sobre el problema de “volver a poner la pasta de dientes gastada dentro del tubo”.

Uno de mis escritos era una carta abierta dirigida a Volcker. En ella le pregunté si había algún plan de contingencia en el Tesoro o la Reserva Federal para enfrentarse con la crisis que viene con el oro en permanente backwardation.

Volcker no respondió a mi pregunta ni en público ni en privado. Me inclino a pensar que no hay ningún plan de contingencia, excepto el de confundir a todo el mundo, igual que se hizo en las anteriores crisis monetarias. Ninguno de los que toman las decisiones políticas ve la singularidad de la predecible crisis que está en marcha, o la necesidad de enfrentarse a ella con un plan global.

Hay una abrumadora indisposición para admitir que el actual sistema monetario está construido sobre arena y que tiene su origen en la improvisada maniobra que tuvo lugar en la última crisis del oro en 1971. Todas las crisis anteriores han sido cubiertas con papeles pintados en cuanto aparecían, y así hasta la siguiente crisis.

No hay un plan de contingencia

Se han dejado pasar todas estas oportunidades para sentarse y trabajar por una solución de carácter permanente. Como esta actitud parece haber funcionado bastante bien en el pasado, los políticos no ven razón alguna para que de nuevo no vuelva a funcionar en el futuro.

El último contango en Washington va a ser diferente a todas las crisis anteriores. Será elemental, devastador y apocalíptico. Va a destruir prácticamente toda la riqueza en papel y dejará prácticamente todo el capital físico improductivo. Provocará hordas de desempleados vagando por las calles, sin importarles ni la ley ni el orden, dedicados al pillaje de los hogares y las instituciones. Destrozará nuestras libertades y, finalmente, también nuestra civilización a no ser que comencemos a tomar acciones que lo eviten.

Por el lado positivo, destruirá completamente la complacencia en los que dirigen este régimen de monedas inconvertibles y fundamentalmente terminará debilitando el señorío de la economía keynesiana y friedmanita que atenaza toda la enseñanza de la ciencia económica. El último contango en Washington eclipsará la Gran Depresión de los años 30. Esté preparado.

Artículo elaborado por Antal E. Fekete, y publicado originalmente en su web.

Fuente: Ensayo general para el último contango de oro - Libertad Digital
 
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Esto da miedo-Ensayo general para el último contango de oro

TRIBUNA LIBRE
Ensayo general para el último contango de oro

Nos enfrentamos a un acontecimiento mundial inédito. Va a ser la primera vez que el oro no esté disponible a ningún precio, pues nunca ha sucedido que los gobiernos hayan impagado sus obligaciones de deuda de forma simultánea. Antal E. Fekete.
Ya he escrito anteriormente sobre “el último contango en Washington“. La frase cubre la crisis del oro que se ha estado gestando bajo la superficie en el mundo durante los últimos 60 años debido a las alocadas políticas que ha hecho el Tesoro de EEUU sobre el oro.

El resultado de esto ha sido que todo el oro extraído desde 1947 hasta el día de hoy equivale al oro extraído desde la primitiva minería hasta ese año. Además, todo ese nuevo oro está atesorado en manos privadas y va a ser prácticamente imposible convencerles para que lo suelten. La forma de medir esta desaparición del oro es mediante la desaparición de la base, o el último contango.

En la jerga técnica del mercado de futuros, la base es el diferencial entre el precio futuro más próximo y el precio en efectivo en la misma localización. El mercado del oro ha sido siempre un mercado de cargar y llevar (un mercado en contango) debido a su estatuto monetario. Esto quiere decir que el diferencial ha reflejado siempre el coste de carga, el coste de oportunidad y el coste de transporte, algo conocido generalmente de antemano.

Pero se ha estado manifestando un extraño fenómeno en los últimos 35 años, desde el comienzo del mercado de futuros del oro. En vez de permanecer constante, la base en cuanto porcentaje del tipo de interés se ha ido desvaneciendo paulatinamente y ahora ha caído hasta cero. Al mismo tiempo, el oro registrado en los almacenes aprobados por el Comex se ha ido extinguiendo. Ambos indicadores apuntan hacia un desabastecimiento del oro monetario que parece irreversible.

Se está comprometiendo el soporte que tiene el mercado de papel del oro. Sin oro efectivo para poderlo respaldar, el comercio en papel no es viable. En el momento en que la base del oro se vuelva negativa, será el final no sólo del contango sino también del mercado de futuros tal y como lo conocemos.

Nunca se ha experimentado una permanente backwardation en el oro (a no ser que imaginemos que hay un mercado de futuros del oro en Harare, la capital de Zimbabwe). El oro no está disponible a ningún precio en dólares de Zimbabwe. En este sentido, se puede decir que el último contango ya ha ocurrido por primera vez en Zimbabwe.

Cualquier comercio en papel sobre el oro que todavía está sucediendo en los EEUU va a ser en el mejor de los casos el ensayo general para el último contango en Washington, que será seguido a continuación por un régimen de permanente backwardation. El sentido de esto es que el oro ya no podrá ser comprado a ningún precio cotizado, en este caso, en dólares americanos.

¿Está el dólar americano compitiendo con el dólar de Zimbabwe?

Los economistas de la corriente dominante y los periodistas financieros se encogen de hombros y dicen: “¿Y qué? Nosotros nunca hacemos un seguimiento de la base del comercio de la panceta cuando hacemos política monetaria”. Pero estos caballeros muestran una enorme falta de comprensión de la naturaleza de la presente crisis financiera y económica.

Cualquier cosa que sea esta crisis es ante todo, una crisis del oro con un periodo de incubacíón medido en veintenas de años. Pero ya está próximo a alcanzar su clímax. El mundo parece estar completamente desprevenido para este suceso, siendo testigo del silencio que rodea al nexo del oro.

Aún en los sitios de Internet que se llaman a sí mismos de dinero sano están interpretando mal esta situación. Hablan de un inminente salto del precio del oro en dólares desde su patrón por debajo de los 1.000 dólares la onza. Este salto ha ocurrido de vez en cuando desde 2001, cuando se rompieron los “niveles de resistencia” de los 300 ó 400 dólares, etc.

El próximo salto no se va a distinguir por serlo a partir de los 1.000 dólares, que es una cantidad tan redonda como las anteriores que ya han sido superadas. Se va a distinguir por el hecho de que nos enfrentamos con un acontecimiento mundial como nunca antes ha sucedido. En efecto, va a ser la primera vez que el oro no esté disponible a ningún precio. Pues nunca ha sucedido que los gobiernos hayan impagado sus obligaciones de deuda de forma simultánea.

Todavía tenemos que explicar la relevancia de todo esto para la actual crisis del crédito. Ha dejado de ser un secreto que los bonos, los billetes, lo recibos y cualquier otra obligación del gobierno americano o de cualquier otro gobierno no son canjeables. Es decir, sólo son canjeables en algo que sea lo mismo.

Por ejemplo, los bonos del Tesoro sólo son canjeables por el crédito de la Reserva Federal, que a su vez está respaldado por los mismos bonos del Tesoro americano. ¿Cómo puede ser que la deuda del Tesoro siga demandándose cuando uno debe darse cuenta que el ser irredimible es lo característico de su emisión? ¿Qué es lo que hace que la gente participe en este juego de trileros? ¿Cómo puede ser que este esquema de giro de cheques sin fondos [check-kiting] haya hipnotizado a toda la población? Piensen en ello, la visión de este esquema de Ponzi haría estremecer a los Padres Fundadores de nuestra gran República.

No es una cuestión fácil de responder, pero repasando una por una todas las posibles explicaciones, hemos llegado a la conclusión de que la deuda del gobierno americano es todavía redimible en un sentido, a pesar de lo limitado o restrictivo que pueda ser. La deuda del gobierno americano tiene un mercado líquido en el que puede ser intercambiado por el crédito de la Reserva Federal [billetes nominados en dólares].

El último contango

A su vez, el crédito de la Reserva Federal todavía puede ser cambiado en mercados líquidos por oro físico, que es el último extintor de la deuda, aunque a un precio variable. Pero si se rompe este último vínculo, es decir si el oro deja de ser vendido a ningún precio en dólares americanos, entonces se retirará la alfombra que está debajo del castillo de naipes y el sistema monetario internacional colapsará como las torres gemelas del World Trade Center. Y es esta la situación con la que nos estamos enfrentando.

Mírese de este modo. Hay un casino donde unos afortunados jugadores están apostando sin ningún riesgo. Sus apuestas están “en la casa”. Ese casino es el mercado de bonos americano. Sólo hay una partida y los montones de fichas ganadas delante de cada jugador pueden volverse no canjeables a la salida cuando el melenudo padrino agite su varita mágica.

En cuanto el mercado del oro entre en su fase de permanente backwardation, desaparecerán las bases racionales de los tenedores de la deuda del Tesoro americano (o cualquier otra deuda, pues llegados a ese punto ya no importa). Entonces, todo el mundo correrá de forma alocada hacia las salidas y los poseedores de la deuda se atropellarán unos a otros para terminar muriendo mientras intentan convertir en efectivo sus ganancias.

En julio asistí a la Conferencia de Santa Colomba de 2009 en el Palazzo Mundell cerca de Siena, Italia. Había 50 personas que asistieron previa invitación de la Universidad Robert Mundell de Columbia, galardonada con el Premio Nobel de economía hace 10 años. Los invitados eran principalmente directivos de varios departamentos del tesoro y bancos centrales, embajadores, banqueros, profesores de economía monetaria, autores de monografías y editores de revistas financieras. Estaba presente Paul Volcker, antiguo funcionario del Tesoro y presidente del Consejo de la Reserva Federal.

Antes de la conferencia distribuí un par de escritos entre los participantes. Les intentaba demostrar que la naturaleza catastrófica de la crisis de crédito actual no se podía comprender si no se intentaba comprender el oro, el último extintor de la deuda.

Todos nosotros somos pasajeros de un tren que marcha en una pendiente cuesta abajo, cuyos frenos (el oro) han sido desmantelados en la cima de la colina. El tren está alcanzando una velocidad por encima de cualquier límite de seguridad y la colisión parece inevitable.

Nuestro amable anfitrión y presidente, el profesor Mundell, hizo dos referencias al oro durante los dos días de la conferencia, afirmando que excepto en los momentos de guerra, el patrón oro había sido el principal elemento que había evitado las crisis en la historia. Por supuesto, todos los sistemas monetarios tienen la costumbre de venirse abajo durante las guerras.

Ningún otro participante golpeó la pelota lanzada por Mundell. Los discursos de los otros ponentes fueron sobre los “brotes verdes”, la recuperación de la bolsa y los próximos rescates y paquetes de estímulos. Como en los escritos que había entregado a los asistentes afirmaba que esta crisis era una crisis del oro, conseguí que unas pocas personas me hicieran algunos comentarios en privado.

Aparentemente, el resto de participantes quedaron disuadidos por las tres letras de la palabra “oro”. No les merecía la pena leer las divagaciones de este personaje solitario sobre el problema de “volver a poner la pasta de dientes gastada dentro del tubo”.

Uno de mis escritos era una carta abierta dirigida a Volcker. En ella le pregunté si había algún plan de contingencia en el Tesoro o la Reserva Federal para enfrentarse con la crisis que viene con el oro en permanente backwardation.

Volcker no respondió a mi pregunta ni en público ni en privado. Me inclino a pensar que no hay ningún plan de contingencia, excepto el de confundir a todo el mundo, igual que se hizo en las anteriores crisis monetarias. Ninguno de los que toman las decisiones políticas ve la singularidad de la predecible crisis que está en marcha, o la necesidad de enfrentarse a ella con un plan global.

Hay una abrumadora indisposición para admitir que el actual sistema monetario está construido sobre arena y que tiene su origen en la improvisada maniobra que tuvo lugar en la última crisis del oro en 1971. Todas las crisis anteriores han sido cubiertas con papeles pintados en cuanto aparecían, y así hasta la siguiente crisis.

No hay un plan de contingencia

Se han dejado pasar todas estas oportunidades para sentarse y trabajar por una solución de carácter permanente. Como esta actitud parece haber funcionado bastante bien en el pasado, los políticos no ven razón alguna para que de nuevo no vuelva a funcionar en el futuro.

El último contango en Washington va a ser diferente a todas las crisis anteriores. Será elemental, devastador y apocalíptico. Va a destruir prácticamente toda la riqueza en papel y dejará prácticamente todo el capital físico improductivo. Provocará hordas de desempleados vagando por las calles, sin importarles ni la ley ni el orden, dedicados al pillaje de los hogares y las instituciones. Destrozará nuestras libertades y, finalmente, también nuestra civilización a no ser que comencemos a tomar acciones que lo eviten.

Por el lado positivo, destruirá completamente la complacencia en los que dirigen este régimen de monedas inconvertibles y fundamentalmente terminará debilitando el señorío de la economía keynesiana y friedmanita que atenaza toda la enseñanza de la ciencia económica. El último contango en Washington eclipsará la Gran Depresión de los años 30. Esté preparado.

Artículo elaborado por Antal E. Fekete, y publicado originalmente en su web.

http://www.libertaddigital.com/opin...general-para-el-ultimo-contango-de-oro-50947/
 
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finitö

Pringao
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Estos de Libertad Digital están Madmaxistas a más no poder... Por cierto, quién conozca más lo que dice (y sobretodo lo que ha venido diciendo anteriormente) este hombre, ¿el Falete este es de fiar?
 

Nopepito

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En corruptilandia bananera PPSOE y más.
¿Cuantas veces vamos a morir entonces?

5, 10, porque no lo tengo muy claro.

En cualquier caso, el oro, el papel moneda, o mi regazo, se lo pueden meter por el trastero todos estos catastrofistas de hez.
 

rotovator

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Ahora, vuelvo.

He resistido los panfletos del cártel del oro hasta hoy, pero ya no puedo más, me voy corriendo a oroexpress :D :D
 

Minsky Moment

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Estos de Libertad Digital están Madmaxistas a más no poder... Por cierto, quién conozca más lo que dice (y sobretodo lo que ha venido diciendo anteriormente) este hombre, ¿el Falete este es de fiar?
Al menos simple evidentemente no es. Defiende estas tesis desde hace tiempo, yo sí creo que tiene bastante razón.
 

Maradono

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En el mad-max valdrá más una lata de atún que una habitación llena de oro inca.
El que lo dude que vea madmax 2 a ver que prefería uno de esos motoristas.