"La Crisis financiera,Guía para...." (descarga gratuita)

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Un nuevo texto hemos añadido a vuestra colección: "La Crisis financiera, guía para entenderla y explicarla" (descarga gratuita desde : Demos)

“La crisis financiera. Guía para entenderla y explicarla” es un libro con fines divulgativos escrito por Juan Torres López en colaboración con Alberto Garzón Espinosa, y que incluye prólogo de Pascual Serrano. El libro trata de divulgar de la forma más sencilla y resumida posible lo que está pasando en la economía mundial, y su intención es dotar de herramientas útiles a aquellas personas que estén interesadas en poder entender y explicar la crisis actual. Está editado por ATTAC-España.
 

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Lo subo, no entiendo como ha podido pasar desapercibido este documento en el foro de la burbuja inmobiliaria. :confused: Es un documento esencial.





La crisis financiera. Guía para entenderla y explicarla

Autor: Juan Torres López,
con la colaboración de Alberto Garzón Espinosa.


Estoy leyendo esta guía y como burbujista aficionado lector del foro no he encontrado grandes verdades que no supiera de antemano gracias a vosotros. Sin embargo esta guía condensa lo que ya sabemos, lo agrupa y maneja para llegar a ser conscientes de la realidad de la crisis financiera que estamos viviendo y su origen en la avaricia de los más ricos. Os dejo la frase estrella del final del prólogo:


Estamos antes un golpe de Estado, o salimos a la calle o se
quedarán definitivamente al frente del poder.​


Adjunto el PDF, el link original de descarga y la url de Altereconomía, web llevada por estos dos señores con material muy valioso para nuestras tesis burbujistas,donde se respira el lema "Otra economía es posible".

Iré colocando la guía en sucesivos posts para los muy vagos ;)

Saludos.
 

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Juan Torres López
con la colaboración de Alberto Garzón Espinosa


LA CRISIS FINANCIERA
GUÍA PARA ENTENDERLA Y EXPLICARLA​


Prólogo de Pascual Serrano

ATTAC 2009



PRÓLOGO (1)
Nos dijeron que la economía estaba en crisis debido al alto
precio del petróleo que estaba encareciendo la mayoría de la producción,
a los dos meses la crisis era porque éste había bajado su
precio a la mitad. Contaban que la economía iba bien cuando el
precio de la vivienda estaba a unos niveles que ningún joven podía
acceder a ella y en cambio se contabilizaban tres millones de casas
vacías en España, hasta nos hacían felices porque los que teníamos
vivienda ahora éramos ricos debido a la subida de los precios, y
en realidad lo que sucedía era que nuestros hijos no podían comprar
una. Nos inquietaban con el peligro de que explotara la burbuja
inmobiliaria que provocaría la caída de los precios, a pesar de
que esa hubiera sido la única forma de que algunos pudiesen comprarse
una casa. Durante toda la vida habíamos pensado que un
signo de mala situación económica era que subieran los precios de
los productos que necesitábamos, pero ahora dicen que con la crisis
bajarán y eso es todavía peor. Hace diez años recomendaban
que nos hiciéramos un plan de pensiones privado porque el sistema
público no estaría en condiciones de garantizar el pago de
nuestra jubilación y ha resultado que ha sido el sistema público el
que ha tenido que rescatar al privado de la bancarrota.

En nuestra sociedad, los “expertos” en economía vienen a
ser como los brujos de las tribus salvajes que advertían de una terrible
sequía dos semanas antes de que el poblado se inundara por
unas torrenciales lluvias, y a pesar de eso seguían considerados
como los sagrados adivinos cuando dejaba de llover.

Muchos hemos llegado a la conclusión de que en este siglo
XXI leer buenos –y decentes- libros de economía es tan importante
como los de supervivencia si se va a una isla desierta. Y por eso
yo leo a Juan Torres, por supervivencia en esta edad moderna. De
forma que llega un catedrático de Economía como él y nos dice
que lo que argumentaban los grandes gurús de la economía mediante
matemáticas muy sofisticadas era “una tontería sin fundamento
científico alguno pero que se divulgaba para que los
multimillonarios puedan seguir jugando al casino”. O sea, el brujo
de la aldea tomándonos el pelo en el siglo XXI. Y la prueba más
clara es que hasta a Emilio Botín y a Alicia Koplowitz les sacó el
dinero un estadounidense de nombre Madoff mediante el tocomocho
de unas inversiones piramidales dignas de un trilero de la Gran
Vía madrileña.

Todo lo que está sucediendo ahora lo advirtió hace cuatro
años Juan Torres López en su libro “Toma el dinero y corre. La
globalización neoliberal del dinero y las finanzas” (Icaria), pero
Torres no tenía el reconocimiento de “brujo de la aldea” que dan
los grandes medios y las instituciones financieras porque decía lo
que a ellos no les interesaba, y lo silenciaron.

Lo que sí pregonaban pocos meses antes de que se desplomaran
las finanzas estadounidenses y europeas, el 5 de abril, eran
titulares como este del diario El País: “BBVA y el riesgo venezolano”.
Se hacían eco de que el banco español “BBVA acaba de advertir
sobre la situación venezolana en el capítulo de riesgos del
informe anual presentado ante la Comisión del Mercado de Valores
de Estados Unidos”. Seis meses después los gobiernos estadounidenses
y europeos dedicaban sus fondos públicos a salvar la banca
privada y el venezolano concedía 236,7 millones de dólares para
1.547 proyectos socioproductivos comunitarios.

Esos ejecutivos y banqueros que han provocado la crisis se
siguen burlando de los ciudadanos cada día que pasa. Mientras conocemos
los multimillonarios rescates bancarios con dineros públicos,
en Munich se inauguraba en octubre de 2008, con gran éxito
de asistencia, la Feria de Millonarios, donde encontramos un teléfono
móvil que se vende por 178.000 euros, una almohada adornada
con diamantes por 300.000 euros, cigarros envueltos en oro,
el último Ferrari, el mayordomo perfecto, yates, casas de caviar y
champán... Esos días se conoció que el dueño de la inmobiliaria española
Fadesa se adjudicó a su cuenta personal 139 millones de
euros de la empresa antes de declarar la suspensión de pagos, que
los ejecutivos de la aseguradora AIG se fueron una semana de vacaciones
gastándose un total de más de 440.000 dólares alojándose
en un hotel de California que cuesta mil dólares por noche, tras recibir
los 85.000 millones de dólares del rescate del gobierno estadounidense.
La división aseguradora del desaparecido Fortis, cuyos
restos fueron comprados a precio de saldo por BNP Paribas, se
gastaron 150.000 euros en una cena en el prestigioso restaurante
Louis XV del hotel monegasco de Paris Monte-Carlo, el más caro
de todo el Principado.

Aunque la crisis es básicamente financiera y del sector de la
construcción, un estudio señalaba que los directivos de las entidades
financieras tienen un salario medio de entre 80.000 y 250.000
euros y los de las promotoras o constructoras entre 100.000 y
240.000 euros. Estos sueldos, según el estudio, sólo son superados
por los socios de los despachos de abogados. Sirva como ejemplo
que durante 2008 la presidenta de Banesto, Ana Patricia Botín, tuvo
un aumento de sus emolumentos del 18 % para llegar a ingresar
3,67 millones de euros. A ellos hay que añadir “los 3,8 millones que
el banco aportó a su plan de pensiones, que se eleva ya a 21,7 millones”.
El resto de los miembros del Consejo de Administración
percibió durante 2008 un 36,9 % más que el año anterior, y los
once miembros de la alta dirección vieron su retribución aumentada
un 34,6 %, hasta alcanzar un sueldo medio de 742.000 euros.
En Estados Unidos no es diferente. Mientras la financiera Merrill
Lynch aprobaba los planes de despidos y recibía ayudas del gobierno,
su presidente, John Thain, se gastaba 1,2 millones de euros
en amueblar su despacho. Entre sus adquisiciones, alfombras de
67.000 euros y una mesa de 19.200. Así se viven las crisis cuando
uno es directivo de una gran empresa o banco. Al final tenía razón
Bertolt Brecht cuando afirmaba que el delito no era robar un
banco, sino fundarlo.

En realidad, como me dijo mi amigo Santiago Alba, a estas alturas
no deberíamos escandalizarnos, esa gente siempre se dedicó
a comer y a beber bien mientras la humanidad se muere de hambre,
no hay ninguna novedad.

Y mientras todo eso sucede, y tras destinar el gobierno español
millones de euros para la banca privada, el vicesecretario
general del PSOE, José Blanco, se limitaba a declarar: “Yo confío
en que las entidades financieras [...] tomen la decisión de garantizar
crédito a los ciudadanos”. Y la organización de consumidores
OCU y el sindicato CCOO pedían al gobierno que si un banco
quiebra se aumente la garantía del fondo de depósitos de los
20.000 euros de ahora a 150.0004. Se trataría de que entre todos
los ciudadanos, incluidos los que no tenemos ese dinero, pagásemos
los 150.000 que alguien tenía ahorrado en una cuenta bancaria
y que los directivos del banco se hubieran encargado de
esfumarlos.

Este libro de Juan Torres López y Alberto Garzón Espinosa,
“La crisis financiera. Guía para entenderla y explicarla”, nos revela
que el dinero que circula por el mundo es falso, puesto que se
mueven 5,5 billones de dólares en la economía financiera de los
mercados de cambios y en las bolsas mientras que el comercio
mundial es cien veces menos, que los prestamos hipotecarios eran
los denominados NINJA, acrónimo de “No Income, No Job and No
Asset”, es decir a personas sin ingresos, sin trabajo y sin patrimonio
que así creían tener algo; y que en Estados Unidos, al igual que en
España, el 40 por ciento de las viviendas compradas no estaban
destinadas para ser habitadas. El capitalismo ha creado un sistema
en que el dinero no es dinero, a los pobres los hipotecan para que
crean que no son pobres y las casas no son para vivir. ¿Y cómo
puede suceder esto? Por eso comencé diciendo que hay que leer
libros de economía como si se tratase de guías de supervivencia.
 

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PRÓLOGO (2)
Nos encontramos en una situación en la que ni los gestores
del capitalismo se fían de él. Afirman los autores del libro que no
es que faltase liquidez en los mercados sino que los bancos no se
fían de ellos mismos y ninguno presta dinero, uno de estos bancos
puede iniciar una campaña de rumores sobre la insolvencia de otro
y conseguir hundirlo en la Bolsa para comprarlo a precio de saldo.
Como consecuencia, el dinero queda aprisionado en la psicosis
que ellos han creado y la economía se paraliza. Supimos que el Tesoro
de EEUU estaba colocando sus letras a un interés del 0% porque
“los inversores parecen sentirse mejor poniendo su dinero en
manos del Gobierno que en las de los bancos”. Al final el estigmatizado
Estado, acusado de incapaz por los neoliberales, les merece
más confianza que los bancos que ellos han creado y
gestionado.

Y todo esto no sería tan grave si no fuese porque detrás de
ello existe la mayor de las crueldades. Algo mucho peor que explotar
la fuerza de trabajo de un semejante mientras se le mantiene
en la pobreza –que ha sido el principio fundamental del capitalismo
histórico-, es lanzarse a la especulación con la compra masiva
de productos alimenticios básicos provocando subidas
espectaculares de precios y provocando que millones de personas
mueran de hambre al no poder ya comprarlos.

Este es un libro de economía que incluye algo que los economistas
del poder ya nunca nos recuerdan: la humanidad. La humanidad
necesaria para tener en cuenta a quienes pasan hambre
o quienes no tienen un trabajo para sobrevivir. Con la economía
quieren hacer como con el periodismo, que con su neutralidad y
asepsia mantenga la equidistancia entre nazis y víctimas del campo
de concentración, o que mantenga el equilibrio informativo entre
el “terrorista” palestino de Gaza que resulta que tenía cinco años
y el “defensor” de Israel que bombardeaba colegios desde un F-16.

El trabajo de Juan Torres y Alberto Garzón no termina dando
recetas económicas milagrosas porque solo hay dos: subvertir la inmoralidad
dominante para sustituirla por la ética y la decencia, y
levantar la voz para amotinarse contra los perversoss que nos han
llevado hasta aquí. Los autores tampoco evitan señalar a los últimos
responsables: los gobiernos, los bancos centrales y los grandes organismos
internacionales que con su pasividad permitieron esta situación
puesto que establecieron las normas y las condiciones de
juego para el saqueo y el crimen de los bancos. Esto ha sido posible
porque los dueños del dinero han tomado el control de la
política. Por eso Emilio Botín no rinde cuentas ante los jueces aunque
su banco entregase a Hacienda información falsa sobre casi
diez mil operaciones bancarias por valor de 145.000 millones de
pesetas presentando como titulares a testaferros del tipo de personas
fallecidas, ancianos desvalidos, parados o emigrantes que nada
sabían de esas operaciones. Las leyes se hacen para los que manejan
el dinero, los gobiernos ejecutan las políticas que ellos desean
y la justicia está a su servicio y les garantiza la impunidad. Por
esto en esta sociedad tiene más derechos una firma comercial que
una persona y hasta resulta preferible ser una empresa que un ser
humano. Llevábamos años escuchando que no había dinero para
luchar contra el hambre en el mundo, para asistir a los enfermos
de SIDA o para ofrecer sanidad a toda la población mundial y de
la noche a la mañana aparecen billones para salvar a los bancos.
Este libro nos da las claves de la artimaña y la estafa.

Estamos antes un golpe de Estado, o salimos a la calle o se quedarán definitivamente al frente del poder.

Pascual Serrano. Febrero 2009​
 

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INTRODUCCIÓN
La crisis que estamos viviendo es la más seria del último siglo.
El capitalismo basura de la especulación financiera generalizada ha
hecho saltar por los aires el empleo y la estabilidad macroeconómica,
ya de por sí precarios en los últimos años de predominio neoliberal.
Los dirigentes políticos no tienen alternativas, los banqueros
(verdaderos y directos causantes de la crisis) tratan de evadir sus
responsabilidades mientras utilizan las billonarias ayudas que reciben
de los estados para sanear en la medida en que pueden sus
balances. Los ciudadanos asisten perplejos al aumento vertiginoso
del desempleo, a las quiebras de empresas y al incremento de la
deuda.

Y, mientras tanto, las izquierdas permanecen prácticamente ausentes.
Unas, silenciosas por torpeza o complicidad. Otras, silenciadas
porque no han sido capaces de empoderar a los ciudadanos. Y
todas, divididas, confusas y sin ser capaces de tomar con firmeza la
iniciativa para informar, formar y movilizar a los millones de personas
que cargan los efectos de la crisis sobre sus espaldas.
Esto ocurre en gran parte porque las izquierdas han descuidado
en los últimos decenios la práctica unitaria y la formación y
el diseño de alternativas capaces de aglutinar a los movimientos sociales,
a las organizaciones, sindicatos, partidos y personas individuales
en una gran oleada de rebeldía y respuesta al neoliberalismo.

Los perjudicados de todo esto son los millones de trabajadores
y desempleados, mujeres y hombres desamparados que, sin representación
político social y fragmentados, no pueden enfrentar
al dominio neoliberal más que su resignación, frustración y sufrimiento.

La tarea que tienen por delante las izquierdas no es poca ni
fácil. Pero si hay algo que está claro es que hay que empezar por
analizar con rigor la situación, por denunciar sin descanso lo que
está ocurriendo y por ofrecer a la sociedad alternativas que se puedan
tocar con la mano, que no solo sean cantinelas ni el recurso
al viejo nominalismo que a nada conduce.

Esta última convicción es la que nos ha llevado a participar
en docenas de charlas, seminarios de formación y reuniones de
todo tipo en los últimos meses.

Tenemos la seguridad de que la crisis económica que estamos
sufriendo es un hito histórico que la izquierda debería aprovechar
para mostrar a los ciudadanos que la acumulación que es
capaz de generar el capitalismo no es sino un gran fiasco, un
fraude, una vía sin retorno, un callejón sin salida, una quimera que
lleva justamente a donde estamos, a la debacle financiera y a la
crisis global.

En estos momentos en que la especulación financiera ha
abierto las carnes del capitalismo, las organizaciones de la izquierda,
de todas sus sensibilidades y corrientes, deberían convertirse
en redes globales de denuncia y sus militantes y afiliados en
los granos de arena que fuesen mostrando por doquier lo que está
pasando, que enseñaran a los ciudadanos lo que han hecho los
bancos con su dinero, el apoyo que los bancos centrales y los gobiernos
han prestado a los especuladores multimillonarios que han
provocado la crisis y, en fin, que le ofrecieran las medidas alternativas
que hay que tomar sin dilación para evitar que todo se vaya
derrumbando poco a poco.

Este pequeño libro es una modesta contribución a esta denuncia.
No podemos ir a más sitios a explicar lo que está ocurriendo
y creemos que lo oportuno era proporcionar esta guía para
entender y explicar la crisis.

El libro resume un texto más amplio y documentado sobre
la crisis y sus alternativas de los mismos autores que publicará
Editorial Icaria. Esta edición resumida está concebido como una
guía sencilla para entender los hechos y principios más importantes y que nos parecen esenciales para explicar la crisis, para hacerla
comprensible económica y políticamente. Pretende ser una
especie de prontuario para la acción y la movilización que movimientos
sociales como ATTAC tratan de promover contra la injusticia
global que lleva consigo el capitalismo financiero. Es un texto
breve que quiere servir para que otras muchas personas puedan
seguir la cadena de concienciación y denuncia para prolongarla
hacia todas las latitudes, para que no quede ni un vecino, ni un
conciudadano de cada uno de nosotros a quien no le hayamos explicado
el robo gigantesco que han perpetrado los bancos y los financieros,
los costes humanos terribles que tiene la especulación,
y la criminal alternativa que consiste en rescatar con billones de
euros a los que han causado la crisis mientras que se niega un
puñado de miles para evitar que cada día se sigan muriendo de
hambre más de 25.000 personas y más de 6.000 por falta de agua
en todo el mundo.

Ojalá sea útil y contribuya a generar las olas de rebeldía y denuncia
necesarias para hacer posible otro mundo más justo y humano.

Sevilla y Madrid, febrero de 2009
 

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I. EL DINERO Y LA ESPECULACIÓN FINANCIERA (1)

Esta crisis no es un caso aislado
Vivimos una crisis de gran envergadura. Las finanzas de todo
el mundo han saltado por los aires, han quebrado bancos que
hasta hace poco se enorgullecían de su fortaleza y de sus inmensos
beneficios y detrás de ello ha venido un repentino incremento del
paro y del cierre de empresas de todo tipo.

Cuando sucede algo tan grave tendemos a pensar que nos
encontramos en un hecho novedoso y nunca antes visto, pero no
es así.
En realidad, las crisis, es decir, los momentos en que toda la
economía se viene abajo, son algo muy antiguo y podríamos decir
que consustancial al capitalismo.
Se han estudiado mucho y hoy día sabemos que sea cual sea
el factor que en cada ocasión las desencadena siempre terminan
produciéndose.

¿Quién no hay oído hablar de la crisis de 1929 que trajo consigo
el desempleo de millones de personas? ¿O de la crisis de los
años setenta y más recientemente, de las crisis financieras de México,
de Rusia, de los entonces llamados “Dragones Asiáticos”, de
Japón... o de la que sufrimos en España en 1993?

Todas las economías sufren crisis con más o menos recurrencia.
Eso es así porque el capitalismo se guía por la búsqueda del
beneficio individual y eso dificulta, cuando no hace imposible, que
haya mecanismos que regulen el sistema de un modo armónico,
conjugando los intereses y las estrategias de todos.

Los viejos liberales pensaban que de esa forma, buscando
cada uno su propio beneficio, se podría conseguir el beneficio general
pero lo cierto que es eso no ha sido así. Puesto que no todos
tenemos las mismas posibilidades, el mismo poder, la misma capacidad
de decisión, resulta que al final las soluciones que impone
la búsqueda individual del beneficio son también muy desiguales.
Un ejemplo sencillo sirve para aclarar cómo la lógica del beneficio
individual no regula adecuadamente al conjunto de la economía.

Cuando un empresario busca solamente su beneficio particular
trata de imponer costes más bajos a su producción y pagará los
salarios más bajos que pueda a sus trabajadores. Pero si todos los
empresarios hacen eso lo que ocurre es que la capacidad de compra
del conjunto de los trabajadores disminuye y entonces los empresarios
venderán menos. Actuando sin coordinación para
obtener más beneficios, terminan por tener muchos menos.

También ocurre algo parecido con el empleo. A los empresarios
les interesaría que todos los trabajadores tuvieran puestos
de trabajo bien retribuidos, para que así hubiera una gran demanda
para sus productos, como acabamos de decir. Pero el pleno empleo
envalentona a los trabajadores y los hace fuertes, porque
cuando no hay miedo a perder el puesto de trabajo sus reivindicaciones
son mucho más potentes y tienen menos dificultades para
organizarse.

Eso lo saben los empresarios y por eso prefieren políticas
que en lugar de crear empleo mantengan tasas de paro altas o niveles
de trabajo precario elevados porque en esas condiciones los
trabajadores corren gran riesgo si reivindican más derechos laborales
y eso debilita sus demandas. Es decir, los mismos empresarios
provocan que haya menos beneficios con tal de no tener enfrente
a trabajadores con poder de negociación.

Lo que eso muestra es que, curiosamente, cuando se busca
el beneficio aisladamente se termina por producir menos ganan
cias, que es lo que hace que se venda menos y lo que lleva a las
empresas a reducir plantillas. Es decir, a las crisis que más o menos
periódicamente se producen en el capitalismo.

Solo la intervención del estado ha permitido, como ocurrió en
los llamados “años gloriosos del capitalismo” posteriores a la segunda
guerra mundial, que la evolución cíclica hacia la crisis se
suavizara y que se viviera una época más larga de estabilidad económica
y de crecimiento de la actividad prolongado (lo que, naturalmente,
no quiere decir que desaparecieran entonces otros
problemas que produce la economía capitalista, como las desigualdades).

Pero el triunfo de las ideas y las políticas neoliberales de los
últimos treinta años hizo que la intervención estatal perdiera fuerza
como instrumento “estabilizador” y eso ha multiplicado el número
y la amplitud de las crisis.
 

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I. EL DINERO Y LA ESPECULACIÓN FINANCIERA (2)

Las burbujas y las crisis
Lo que acabamos de señalar es lo que explica que las crisis
sean consustanciales al capitalismo.

Pero, como también acabamos de señalar, en los últimos años
se han venido produciendo muchas más crisis que nunca.
Se han producido episodios de crisis muy graves en México,
en Argentina, en Japón, en el Sudeste asiático, en Rusia, en el sistema
monetario europeo, en Suecia, en muchos países jovenlandeses y
ahora en Islandia, en Estados Unidos, en el Reino Unido, en Italia,
Alemania, España,....
Y lo significativo es que todas ellas han tenido que ver con
asuntos financieros, con la gran acumulación de dinero en pocas
manos que se ha ido produciendo en los últimos decenios y, sobre
todo, con el incremento de las actividades de naturaleza especulativa
que llevan a cabo en los mercados financieros quienes lo poseen.
En lugar de dedicarse a invertir en actividades productivas,
creando riqueza efectiva y empleo, muchos inversores descubrieron
que se puede obtener mucha ganancia comprando y vendiendo
y volviendo a comprar y a vender. Es decir, especulando.

Cuando ocurre eso se dice que se ha creado una burbuja.
Una burbuja es sencillamente una situación en la que los inversores
creen que una subida momentánea en el precio de algo
va a ser permanente.
En ese caso, si piensan que los precios van a seguir subiendo,
lo que harán será comprar para volver a vender y así obtener ganancia
gracias a ese diferencial en el precio.
El de la creación de burbujas es un fenómeno financiero antiguo
y que siempre termina de la misma forma: estallando.

En el siglo XVII se produjo una burbuja en Holanda en torno
a los tulipanes. Se la llamó la “tulipamanía” porque los tulipanes
llegados desde Oriente se compraban y vendían revalorizándose
hasta el punto que familias enteras hipotecaban su casa para poder
comprarlos y revenderlos después. En 1929, se produjo otra en la
bolsa de Estados Unidos que terminó con el cierre de 9.000 bancos
y arrastrando a una crisis general a toda la economía mundial. En
el Japón de los primeros años 80 coincidieron en Japón dos grandiosas
burbujas, inmobiliaria y financiera, de modo que las cotizaciones
de las empresas crecían empujadas por el incremento de
su patrimonio inmobiliario, alimentando una burbuja a la otra. En
torno al año 2000 se creó otra burbuja alrededor de las llamadas
empresas “puntocom”, que ayudadas por las expectativas que generaban
las nuevas tecnologías de la comunicación vieron incrementadas
espectacularmente sus cotizaciones sin que éstas
guardaran relación alguna con su actividad real. Y en los últimos
años hemos vivido una gran burbuja inmobiliaria en España y en
otros países que está íntimamente relacionada con la crisis actual
como analizaremos en las páginas siguientes.

Mientras la burbuja crece se puede ganar mucho dinero.
Quien compre, enseguida podrá obtener beneficios cuando venda.
Y eso es lo que llama a nuevos inversores que vuelan como moscas
hacia la burbuja atraídos por la facilidad y rapidez con que se
pueden obtener altos rendimientos.

Pero antes o después la burbuja estalla. Es imposible que se
mantenga eternamente porque no hay nada real que mueva los
precios al alza, sino solo la creencia de los inversores en que subirá
constantemente.
Y cuando la burbuja estalla, todo se viene abajo y aparece la
crisis. Los inversores se quedan sin beneficios y los que dependen
de esos beneficios para llevar a cabo su actividad económica
(como otros empresarios o los consumidores) caen entonces también
junto a ellos.

Lo que viene ocurriendo desde hace unos decenios es que las
finanzas prácticamente en su conjunto se han convertido en una
auténtica y gran burbuja y eso ha tenido mucho que ver con la crisis
que ahora estamos viviendo.
 

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I. EL DINERO Y LA ESPECULACIÓN FINANCIERA (3)

La transformación del dinero: las crisis financieras recientes
Tradicionalmente, el dinero había servido para llevar a cabo
las transacciones o, si acaso, para hacer frente a la incertidumbre
del futuro.
Por eso decimos que el dinero es un medio de pago (si lo utilizamos
para las transacciones) o un depósito de valor (si lo utilizamos
para guardar nuestra riqueza para el futuro). La gente
normal utiliza generalmente mayor o menor cantidad de dinero
más o menos en proporción a las transacciones que va a realizar.
Y a las empresas que se dedican a producir bienes y servicios les
ocurre prácticamente lo mismo.

Por esa razón, la cantidad de dinero que ha circulado históricamente
en la economía ha guardado una cierta proporción con
el volumen de las transacciones, del comercio que se realizaba.
El dinero se comportaba como un instrumento al servicio de
esas transacciones.

Pero en los últimos años eso ha cambiado.
Una serie de razones que veremos enseguida, han dado lugar a
que crezca desmesuradamente la cantidad de dinero en circulación.

Podríamos decir que el dinero se ha divorciado del comercio.
Dejó de circular en proporción a las transacciones para crecer autoalimentándose
a sí mismo.

La razón de ese fenómeno es realmente curiosa: en lugar de
que el dinero, los medios de pago, se utilizaran para comprar
cosas, se comenzaron a utilizar para comprar.... ¡dinero!
Es decir, el dinero dejaba de ser un instrumento del intercambio
para pasar a convertirse él mismo en un objeto del intercambio.
Se pasó a ganar mucho dinero no utilizándolo para comprar
otras cosas sino para comprar y vender el propio dinero, medios
de pago.
Veamos otro ejemplo sencillo.

Tradicionalmente, las monedas de otros países se utilizaban
para ir de turismo, para realizar inversiones o para comprar mercancías
de cada uno de ellos.
Pero hoy día los grandes inversores multimillonarios las compran
para después venderlas, sin dedicarlas a ningún uso productivo
especial. De esa manera obtienen rentabilidad simplemente
aprovechando las variaciones en las cotizaciones, que en la mayor
parte de las ocasiones provocan ellos mismos con sus actividades
especulativas.
En definitiva, los medios de pago, el dinero, se utiliza hoy
día para especular con el propio dinero, precisamente porque se
crean constantemente burbujas financieras: es decir, expectativas
de que van a subir los precios de los papeles financieros que se
ofertan.

Si los inversores piensan que el precio de las divisas va a
subir constantemente, o el del petróleo, o el de cualquier mercancía,
se dedicarán, por ejemplo, a comprar los contratos que haya
sobre ellas porque, así, con el paso del tiempo, si efectivamente
van subiendo los precios, valdrán más y podrán venderlos a precios
más altos.

Utilizan el dinero para comprar ese papel, los contratos en
este caso, y ellos mismos alimentan el alza que justifica esas operaciones.
Por supuesto, cada vez que una de esas burbujas estalla se
producen crisis, primero en las finanzas pero más tarde o más temprano
en el conjunto de la economía.

Aunque en realidad eso ha sucedido siempre, como el propio
Marx o más tarde Keynes analizaron, entre muchos otros, lo característico
de nuestra época es que se trata de una actividad generalizada.
La más importante, la que absorbe más cantidad de
recursos. Por eso muchos economistas, como el Premio Nobel francés
Maurice Allais, han llegado a decir que la economía capitalista
se ha convertido en un gran casino.

Lógicamente, eso ha sido posible porque se ha multiplicado
la cantidad de dinero circulante y, naturalmente, porque las autoridades
han permitido que sus propietarios se vayan tranquilamente
al casino con él, en lugar de obligar a que se utilice en la
economía productiva.